Las asanas son la música del alma

2019-06-05

Sí, las asanas practicadas como medio para estabilizar la mente se convierten en música para el alma. Sin embargo, el camino es largo y está lleno de obstáculos. Al tratarse de una disciplina práctica, esta experiencia debe ser conquistada. Escribe Olga Jiménez. 

Las asanas son una octava parte de este sistema; se trata de las llaves que nos permiten entrar en nuestro templo y descubrir estas fascinantes conexiones. Como si de música se tratara, a medida que el cuerpo va vibrando con los acordes correctos, el alma entra en momentos de éxtasis tan bien descritos por muchos místicos. Momentos que se experimentan en otras situaciones en la vida.

Para llegar a tocar el instrumento que es el cuerpo se requiere perseverancia, paciencia y muchas horas de trabajo con unas directrices correctas. Igual que no esperamos que el violín suene bien los primeros meses, incluso años, no podemos esperar que las asanas sean armoniosas al principio. El esfuerzo, incluso sudar, serán componentes de este difícil aprendizaje. Pero este proceso no nos puede llevar a despreciar el trabajo; sería como si despreciamos el esfuerzo de nuestro hijo cuando empieza a tocar su instrumento, en lugar de apoyarle y animarle a seguir. Del mismo modo, no podemos despreciar el trabajo con el cuerpo porque sea difícil y en ocasiones lento y desagradecido.

Cuando la música es correcta cambia nuestro estado de ánimo, eleva nuestros pensamientos. Cuando las asanas son correctas producen un impacto sobre el cuerpo y sobre la mente. El cuerpo se tonifica adquiere vitalidad y flexibilidad y la mente se calman, se aquieta. Cada parte del cuerpo produce un sonido, una vibración que debe ser armoniosa. Pondré varios ejemplos sencillos para entenderlo.

Ejemplos de armonía

Cuando el coxis esté correctamente posicionado, dirigido hacia el frente, coloca las lumbares y el vientre en su posición correcta y dinamiza la columna con la ayuda de la fuerza de las piernas. Si el coxis se escapa hacia atrás se aumenta la curva en las lumbares y el vientre queda posicionado hacia el suelo. Estos cambios suponen un sonido incorrecto, una vibración desfavorable que puede tener diferentes consecuencias, como dolor en la zona lumbar y con los años puede producir también problemas en los órganos abdominales por su presión hacia el suelo. En las mujeres pueden aparecer quistes o miomas y reducir su vitalidad para quedarse embarazadas.

Las dorsales sujetas hacia delante producen el sonido correcto en la columna, abren el espacio torácico y permiten tener una columna vertebral bien posicionada y sin dolor. Cuando se desplazan hacia atrás el espacio de los pulmones se cierra, la cavidad del corazón queda reducida, estas perturbaciones también tendrán efectos negativos, siendo la persona más propensa a padecer deficiencias cardiacas, posibles hernias de hiato. En el campo mental este cierre nos lleva a pensamientos más negativos y se fomenta un estado de mayor tristeza y apatía.

El yoga trabaja en numerosas posturas la apertura de las caderas. Se sabe que este espacio amplio y flexible permite también dar espacio a nuestros órganos sexuales; tanto hombres como mujeres nos beneficiaremos de su vitalidad. Si las caderas están rígidas se convierten en un almacén de emociones negativas, la vida se hace más pesarosa, como si cargáramos con el saco de nuestros problemas y frustraciones.

Muchas personas padecen jaquecas, dolores de cuello, en numerosas ocasiones son los trapecios al estar fuera de su sitio, elevados, los que favorecen el aumento de tensión en las cervicales y la base del cráneo y traen esta vibración incorrecta. Su bajada, el esfuerzo por colocarlos en sintonía, permite que el cuello se libere y en muchas ocasiones los dolores de cabeza desaparecen.

Desde esta perspectiva se puede entender que seamos críticos a la hora de ver fotografías de posturas y que deseemos que los profesores de vocación sean estrictos con sus alumnos y busquen a través de la corrección personal que éstos experimenten las posiciones liberadoras.

Una separación inexistente

Aquellos que aún definen yoga físico y yoga mental como prácticas separadas deben atreverse a experimentar esta comunión. Esta separación sólo existe en nuestras mentes. Un practicante de yoga jamás hará esa diferenciación porque vive en comunión consigo mismo. El estado mental generado nos permite contemplar el alma, sentir ese refugio seguro y tranquilo que nos colma de alegría.

Las posturas difíciles se juzgan en ocasiones desde fuera como contorsionismo, como una forma de exhibicionismo. No digo que no puedan existir practicantes que las hagan con ese fin de lucimiento. En el proceso de aprendizaje todos podemos caer en ese error y practicar así un tiempo; yo misma estuve años practicando en busca de la aprobación de mi profesor, al cual admiraba. Todos queremos ser reconocidos. Pero podemos cambiar, podemos avanzar y superar los errores. ¿Habría que despreciar la medicina por toparnos con un medico negligente o torpe o criticar a otro porque se equivoca y aprende de sus errores? Absolutamente, no. El arte está por encima de nuestra insignificancia y torpeza.

Profundizar en asanas es necesario

Los movimientos extremos del cuerpo nos acercan a nuestros límites, nos muestran nuestros bloqueos más profundos y nos brindan la posibilidad de soltar esos bloqueos físicos y mentales que almacenamos a lo largo de nuestras vidas. Estrés, tensiones, malos hábitos, se van grabando en nuestros cuerpos, nos van volviendo rígidos. Hasta que no se profundiza en la práctica de asanas no se localizan estos cierres y no tenemos acceso a desbloquearlos.

Las posturas difíciles no se deben nunca abordar al principio; el alumno debe adquirir primero confianza y reconocer sus zonas más bastas: brazos, piernas, aprender a situarse alineado… Sólo desde esta confianza se pueden trabajar posturas más complejas sin correr riesgos. Pero la actitud mental en estos movimientos es fundamental. Si trabajamos con una mente rígida podemos producir lesiones; por ello el trabajo progresivo durante años es esencial. Aprender a soltar en el esfuerzo, cultivar una actitud de entrega en las posturas es esencial en este camino. Desde estos parámetros podemos entender la bonita frase de B. K. S. Iyengar: «El cuerpo es mi templo y las asanas son mis oraciones».

Desde nuestra Escuela

La Escuela de yoga “Luz sobre el Yoga” trabaja para llevar esta experiencia a más practicantes, con idea de que adquieran autonomía y puedan llegar a practicar solos en sus casas. Nuestro objetivo es conseguir la independencia del alumno. Por ello proponemos un segundo curso “Formación de practicantes de Yoga Iyengar», como continuación para los alumnos que cursaron el primer módulo y como posibilidad de acceso a practicantes nuevos que quieran afianzar su trabajo en casa.

La segunda propuesta será para celebrar el Día Internacional del Yoga. El 21 de junio ofreceremos una clase para los más pequeños de 6 a 14 años, colaborando así un año más con la ONG Semilla para el cambio y con el apoyo de Yogaenred. Esta clase estará también abierta a profesores que quieran profundizar en la enseñanza con niños. Se realizará después una sesión de preguntas y respuestas con los profesores interesados.

Olga Jiménez Suárez es directora de la Escuela de Yoga «Luz sobre el Yoga»
Camino de la Zarzuela 11, 2º izda. 28023 Aravaca (Madrid)
Toda la información en el apartado de actividades de nuestra web.