Ahimsa, la armonía en el ásana

2018-04-16

La sadhana yóguica comienza con Ahimsa, el primero de los Yamas. Empieza con Ahimsa como una condición indispensable que nos va a ir guiando a lo largo del resto de preceptos o actitudes y de los restantes siete pasos que conforman el Raja Yoga (yoga del perfecto control de la mente). Escribe Carmen Viejo.

Los tratados no suelen aventurarse a definir Ahimsa. Nos dicen lo que no es: “no es violencia”. ¿Pero qué es violencia y, sobre todo, qué es lo contrario a la violencia?

Dicen los Yoga-Sutra que los yamas y niyamas se alcanzan practicando su versión positiva. Para practicar entonces la no-violencia, Ahimsa, deberíamos ser antes capaces de nombrarla o traducirla. Podríamos hacerlo de muchas formas: Ahimsa juega con las letras que conforman “simha”, el término para nombrar al león en sánscrito, con la partícula inicial “a” que lo niega: es decir, aquél que reconociendo su león o poder interior, es capaz de domeñarlo para el bien común…

Ahimsa, ya lo dijo Gandhi, no es cualidad de flojos de carácter ni de débiles ante sus propios miedos y pasiones, si no la cualidad de quien posee dominio personal y fortaleza interior.

¿Y cuál es el efecto de Ahimsa? “Por sus frutos lo conoceréis”… Ahí es donde surge la palabra “armonía”, una cualidad que es ley en el Universo pues define cómo se rige el Cosmos, y precisa ser la aspiración de la humanidad y del individuo consciente. La armonía definida como la implicación beneficiosa entre el todo y las partes y la contribución beneficiosa de las partes al todo, entendiendo con beneficioso lo que permite al ente o sujeto ser lo que es en esencia, contribuyendo a la esencia del todo al que pertenece.

Ahimsa es por tanto la cualidad principal de la dualidad y de la multiplicidad: correspondencia, causalidad e interrelación acorde. El alma de lo uno manifestado en el dos y en lo plural. Mantener este principio, observarlo y cuidarlo es útil para gestionar el hogar o un país o cualquier comunidad o ecosistema… También la propia relación con el cuerpo y sus miembros. Y entre el individuo y el Universo. Romperlo es el comienzo de la violencia.

Amor, su otro nombre

En el hogar logramos armonía cuando cada individuo puede desarrollarse y ser, contribuyendo al mismo tiempo al bienestar del hogar para beneficio de todos… Trasladado a la práctica yóguica, y en concreto al ásana, armonía rige cómo se relaciona cada parte del cuerpo en la construcción y vivencia de la postura concreta, y cómo la postura beneficia a cada parte del cuerpo. De manera que no puede entenderse por yoga una postura que beneficiando una zona, perjudique a otra…

Pero el cuerpo no es un ente aislado, así que la armonía creada en el cuerpo por cada una de las partes implicadas en el ásana, se traslada a la respiración, a la energía, a la psique y al entorno del practicante, con una vibración que es un eco de lo particular a lo universal y de lo universal a lo particular. Dicen los astrofísicos que la armonía del Universo es trasladable a cualquier parte que se convierta en receptor y emisor de esa propia armonía…

Ahimsa es la cualidad principal que funde al Universo y que hace de lo diverso uno, y de lo uno, diverso. Puede dársele otro nombre: amor.

Carmen Viejo Heredero. Profesora de Yoga, Licenciada en Ciencias de la Información y titulada por la Asociación Española de Practicantes de Yoga y por la Escuela Sivananda.

Talleres, retiros y clases en Granada, Centro Presentia

Información: ahimsayogandalucia@yahoo.es