El poder del asana estático

2017-11-02

En el verdadero hatha yoga siempre hay una fase estática en la ejecución del asana. Se hace, se mantiene y se deshace con lentitud y mucha atención, pues permite mantener el estiramiento, aumentar la presión del masaje, estabilizar el cuerpo, sedar el sistema nervioso, concentrar la mente e interiorizarse. Escribe Ramiro Calle.

El asana se realiza entonces de adentro  afuera y de afuera adentro, utilizándose el cuerpo como un instrumento  para introvertirse y desarrollar la inspiradora perceción interior.

La corporeidad es un medio para conectar con lo más profundo de uno mismo y detener el pensamiento mecánico. No solo se trata de una somatecnología, sino de una psicotecnologia de enorme importancia, puesto que la corporeidad se pone al servicio de la elevación de la consciencia y del encuentro con lo mas intimo de uno mismo.

Se trabaja en tres niveles; el corporal, el energético y el mental. Cuando el asana se ejecuta adecuadamente, se torna una técnica de contramecanicidad y ayuda a desautomatizarnos y ser mucho mas conscientes. La respiración también sirve de soporte a la mente, que así va combatiendo la dispersión.

El asana mantenido, aunque se realicen series, permite una estrecha captación de las sensaciones corporales y a través de ellas se profundiza en uno mismo.

Con motivo de mis primeros viajes a a India, siempre recibí clases en las que los asanas observaban insoslayablemente la fase de detención. Por la inmovilidad del cuerpo se llega a la de la mente. El verdadero hatha yoga no es una gimnasia exótica ni una exhibición de barato contorsionismo, sino un método de gran solvencia para ir mas allá del cuerpo y del ego.

Por eso en mi Autobiografía espiritual declaro que cada día que pasa me percato más, a través de mi propia práctica, de lo esencial que es el hatha yoga, aunque tanto se haya falseado o deformado en Occidente.

El asana es una técnica no solo para el bienestar psicosomático, aunque también, pero sobre todo para poder explorar otros estados de consciencia mediante ese vehículo de nuestro ser profundo que es el cuerpo y que por algo los grandes maestros le han considerado «el templo del Divino».