Karma Yoga/ Escúchame (1)

2021-10-18

Cuando salimos de la sala de yoga, el karma yoga nos pide mirar en la dirección del entorno, del otro o de la otra y de sus necesidades. Y nos damos cuenta de que el encuentro atento con ese otro a menudo no es fácil. Hoy hablamos, pues, de cómo desarrollar la escucha activa. Escribe Asun Arrillaga.

En ese encuentro no somos conscientes de todos los elementos, malentendidos, incomprensiones, proyecciones, apegos, rechazos, etc., etc. que entran en juego. Como en aquel entretenimiento que decía “yo pienso que tú piensas que yo pienso que tú piensas…”, el bucle puede ser infinito.

En periodismo y en psicología se utiliza una famosa frase, quizá no suficientemente utilizada y comprendida en general: emisor-mensaje-receptor. Es decir, compartimos un mensaje para que el otro nos comprenda, lo que significa que el hablante o emisor amolda su mensaje al que escucha. A su vez, escuchamos al otro para entenderle a él. Eso significa estar “abiertos” a él. Y si queremos completar el enfoque, en comunicación se habla de código (idioma, braille, morse…), canal (voz, teléfono, internet, letras, dibujos…) y contexto (histórico, presente, teorías, político, local, familiar…), todos ellos elementos importantes en dicho intercambio.

Queremos terminar una conversación mejor que empezamos, es decir, que no nos ocurra como en el juego del teléfono, donde lo que primero se dijo no tiene nada que ver con lo que al final llega al destinatario o receptor. Para ello, aprendemos a escuchar mejor. Uno de los problemas que a menudo tenemos es que “queremos comunicar sí o sí” a quien sea, donde sea y como sea, y no nos interesa suficientemente lo que el otro u otra quiera decir… Cuántas veces hemos estado en situaciones donde todo el mundo habla a la vez, o donde se establecen conversaciones paralelas…

El yoga facilita la escucha, ya que nuestro ruido interno o nuestra necesidad de hablar se debilitan, y ello se consigue con la respiración, la atención y la meditación. Adiestrándonos en estos tres recursos mejoramos nuestras conversaciones.

Si queremos transmitir algo, necesitamos (según ese esquema básico de emisor-mensaje-receptor) centrarnos también en el receptor, en el otro. Eso significa escucharle, mirarle, atenderle y comprenderle: saber algo de su mundo interno para poder conectar con él tal como él o ella es y necesita. No podemos, por ejemplo, transmitir a un niño de 5 años lo mismo que a un adulto; no podemos transmitir lo mismo a un colega de trabajo que a alguien que hemos conocido en un bar… Y esto pensando sólo en nuestro propio beneficio, en transmitir lo que nos interesa a nosotros, ¿qué decir de cuando lo que queremos es atender al otro y a sus necesidades?

El proceso de la escucha del otro tiene tres elementos básicos:

  1. “Hacer el vacío interno” suficiente en nosotro/as mismo/as para poder captar al otro.
  2. El contenido de la conversación o mensaje marcará de forma importante, pero no total, el desarrollo de la comunicación.
  3. «Llegar” al otro de forma que nos pueda captar también.

La “escucha activa” ha ayudado a conseguir enfoques más eficaces y empáticos. ¿En qué consiste? Como dice Nieves Villena “es la habilidad de escuchar no sólo a la persona, sino también sus sentimientos, ideas o pensamientos”

Algunas características de la escucha activa:

√ Tener claro el sentido, el lugar, el tema y el receptor de nuestra conversación. Eso marca de qué y cómo se habla. Si por lo que sea uno u otro se desvían de ese contexto es porque hay algo más que atender.
√ Desear “escuchar” al otro. Ponerse en disposición de hacerlo con la mente, el cuerpo, la mirada y las palabras que acompañan a nuestra escucha.
√ No querer adivinar lo que va a decir. No interrumpir, no terminar sus frases. Tener paciencia, darle tiempo de que se exprese, animarle a hacerlo.
√ No distraerse según nos está contando algo. Mantener la atención centrada en él de la forma más completa posible. Si no tenemos mucho tiempo, decídselo para que sepa nuestra situación; pero el tiempo que estemos con él se lo dedicamos plenamente. Cuidado con el móvil y llamadas que cortan la conversación. ¡La persona que está con nosotros es más importante, en general, que la llamada entrante!
√ Respetar lo que dice: no hacer suposiciones, no juzgar ni criticar. Es fácil etiquetar rápidamente lo que dice el otro (“me gusta, no me gusta”, “claro, como ha pasado esto…”, “puff, yo eso lo arreglaba pronto…”). Conviene que hagamos un esfuerzo de espera y calma interna.
√ Evitar dar consejos si el otro no los pide. Muy a menudo empatizamos demasiado y queremos ayudar a solucionar la situación, cuando el otro sólo quiere ser escuchado y desahogarse.
√ Parafrasear de vez en cuando para estar seguro de que se ha entendido bien: “Es decir, ¿me dices que…, te he entendido bien…?». Parafrasear es repetir lo que dice el hablante con las palabras lo más similares que se pueda a las suyas.
√ Intenta captar su estado emocional y transmitírselo: “Me imagino que te sientes bastante triste, ¿no?”.
√ Si te reconoces alguna deficiencia personal en relación con la escucha, atiéndela seriamente y busca tips o trucos para mejorarla.

Tich Nhat Hahn nos habla de una escucha más profunda. Es la escucha compasiva: aquella se usamos para aliviar el sufrimiento de otra persona. En este caso se dejan en segundo plano mensajes relacionados con resolver tareas o acordar acciones, y se escucha con un solo propósito: ayudar al otro a vaciar su corazón, a expresarse, a sentirse atendido y querido.

“Cierra tus ojos. Ciérralos con fuerza. ¿Puedes escuchar cuánto te amo? Eso es lo que importa” (Anónimo)

Asun Arrillaga es profesora de yoga.
Autora del libro ‘En tono al yoga’, prologado por Danilo Hernández.
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