Yoga y meditación para envejecer sanamente

2021-02-22

El proceso de envejecimiento puede transformarse en un proyecto de vida renovador, capaz de contrarrestar las creencias y mensajes nocivos del exterior y los miedos y prejuicios de nuestra propia mente. Ese es el objetivo de nuestra sección de ‘Yoga para mayores’. Escribe Elsa Beatriz Acevedo.

Durante nuestra vida nos hemos preparado para ejercer miles de funciones, tareas y compromisos, así como una gran cantidad de retos profesionales y personales de diferente índole. Pero no nos preparamos para entender, aceptar, asimilar y disfrutar plenamente el proceso de envejecimiento, con todas sus características físicas, mentales, emocionales y espirituales que les son inherentes dentro de la evolución y desarrollo humano.

Para nuestros padres, abuelos y bisabuelos, el envejecimiento se convertía en un largo y lento proceso de deterioro generalizado. Al estar rodeados de su núcleo familiar, cosa que ahora es difícil por las características de nuestra época, vivían con entrega silenciosa su ocaso final, en momentos en que las ciencias médicas ofrecían muy pocas opciones curativas y menos paliativas para los adultos mayores.

Por fortuna, en la actualidad los conocimientos científicos avanzan de manera ilimitada, ofreciendo nuevas posibilidades en materia de salud, acompañamiento y apoyo en la «edad dorada». Y cuando hablamos de conocimientos nos referimos no solo a los propios de nuestra cultura occidental. La sabiduría oriental, con su filosofía sobre la vida, el dolor, la enfermedad y la muerte, posee una dimensión verdaderamente aleccionadora para nuestros patrones culturales, en la mayoría de los casos volcados hacia el mundo exterior y muy pobres en la exploración del mundo interior, de la mente, el pensamiento, las emociones y las sensaciones. El paradigma oriental de salud integral es muy desconocido en nuestra cultura.

Siguiendo con nuestra sección de artículos sobre el valor de los conocimientos ancestrales de Oriente para el bienestar de nuestros mayores (Yoga para mayores), hoy nos concentraremos en revisar los patrones culturales relativos al envejecimiento que nuestra cultura occidental nos ha legado tradicionalmente de generación y generación.

Entrada en una dimensión diferente

Comencemos por aclarar que envejecer no es sinónimo de decadencia y muerte sino, por el contrario, la oportunidad de abordar la vida partiendo de una dimensión diferente, la que nos propone la profundidad del pensamiento oriental con prácticas y manifestaciones como el yoga, entre otras, que nos ayudan a vivir y sentir plenamente. Estas prácticas contribuyen a nuestra salud física y mental, en la medida en que avanzamos y nos entregamos a lo que verdaderamente se puede describir como una auténtica liberación, y un camino hacia la paz, la salud plena y la felicidad.

Como numerosos estudios científicos demuestran que mantener cuerpo y mente en equilibrio y armonioso control ofrece impresionantes resultados. Sin duda, acallar la mente para sumirnos en la profundidad del silencio interior nos ofrece la posibilidad de potenciar y despertar un poder de autosanación que jamás nos enseñaron ni a explorar ni a practicar. Las nuevas autoexploraciones, tanto físicas como mentales, que proponen las enseñanzas del yoga, la meditación, la relajación y muy especialmente la respiración lenta y sanadora, permiten observar y aceptar la realidad no con sufrimiento, dolor o resignación, sino con gratitud.

El yoga enseña a calmar la respiración, la mente y sanar física y emocionalmente. Aparte de ello proporciona, equilibrio, elasticidad y un estado físico verdaderamente admirable. Entre los muchos estilos, escuelas y tendencias de yoga, nos parecen especialmente indicados para un envejecimiento saludable el Yin yoga, el Yoga terapéutico, el Yoga nidra, pues además de ser hermosos y profundos no exigen gran esfuerzo físico, evitando cualquier tipo de lesiones, al respetar tanto las limitaciones como el rango de movilidad.

Estos estilos no solo nos ayudan a conocer nuestro cuerpo sino a manejar sus verdaderas posibilidades y límites. Lo que hacemos en el Yin yoga, por ejemplo, es muy sencillo; desde posiciones bellas, lentas, pasivas, profundas, calmamos, armonizamos nuestras emociones, miedos, inseguridades, dolencias y carencias de todo tipo. Y  cuando las practicamos, entendemos que no son una amenaza sino todo lo contrario: un reto para afrontar la vida con calma, mucha serenidad, amor y respeto tanto por el cuerpo como por los diferentes estados mentales, propios de cada edad.

Yin yoga, especialmente indicado

El Yin yoga, tan sano, suave y restaurativo, nos enseña el valor terapéutico del silencio profundo y la quietud, mientras viajamos hacia nuestro interior potenciando los mismos como recurso valioso para elevar la calidad integral de vida. Y es precisamente este viaje interior el que nos empuja a dejar de ser, vivir y funcionar como un departamento de atención al cliente, siempre pendientes del medio externo, con el coste que ello implica para nuestra paz interior.

El proceso de envejecimiento conlleva muchos cambios, enfermedades, miedos y dolores, incluidos los del alma propios de los estados depresivos, así como dificultades comunicativas y hasta de aceptación social, como si envejecer fuera un estigma o una lacra que merece falsa compasión, lo que precisamente oculta el miedo a envejecer de nuestra sociedad. El Yin yoga nos ayuda a reestructurarnos y reinventarnos de manera integral, entrenando y fortaleciendo tanto nuestro cuerpo como los estados mentales que acompañan los cambios de edad. Y es que el gran secreto del yoga radica precisamente en el manejo correcto de la respiración y del movimiento mientras observamos los contenidos mentales con el fin de encontrar paz y equilibrio. Al mismo tiempo, nos permite relacionarnos de una manera diferente con el mundo y, lo que es más importante, con nuestro propio ser.

A través de la práctica podemos desconectarnos de lo que nos inquieta, angustia o molesta, así como de los dolores físicos y emocionales, para reconectarnos con momentos interiores de paz, autoconocimiento, aceptación, renaciendo, si se permite la expresión, a nuevas experiencias, saberes, posibilidades y fortalezas. Al mismo tiempo, el yoga, lejos de aislar, establece fuertes conexiones con el mundo, al permitirnos integrarnos en él de manera más protagónica, con mayor visibilidad.

En consecuencia, el yoga llega a nuestra vida y nosotros a él no solo como un conocimiento y experiencia, sino como camino, orientación y superación, sobre el cual sabes en dónde empieza pero jamás en dónde termina, debido al proceso de crecimiento continuo e ilimitado que ofrece.  Cuanto más lo practicamos, más aprendemos a vivir en plenitud y con profundidad todo lo que nos entrega la vida, enseñándonos a su vez a cambiar inadecuados esquemas mentales, y muy especialmente en cuanto a nuestra salud se refiere, como centro de vida y desarrollo integral.

Recordemos siempre que el yoga nos invita a conocernos mejor, a escuchar nuestro cuerpo y liberar la mente a través de su danza de la vida, con la vida y por la vida.

Elsa Beatriz Acevedo Pineda. Investigadora Ciencia y Sociedad. Asociación Colombiana de Periodismo Científico
elsabeatriza@yahoo.com
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