Esto también pasará

2020-03-23

Existe un virus mucho peor que el CVD-19, y es el de la ignorancia. Se nace libre de él, pero poco a poco el contagio, desde la infancia, se hace inevitable. Si hay una auténtica defensa que nos pueda proteger es sin duda la consciencia de sí. Escribe Emilio J. Gómez.

Fotografía: Silencio Interior

 

Padres, familiares, amigos, etc. lanzan sus proyecciones inconscientes sobre cómo es el mundo, “su” mundo. Y nosotros, indefensos por causa de la inocencia, ingerimos sus píldoras bienintencionadas, adoptando como reales sus visiones personales siempre cargadas, en la mayor parte de los casos, de miedos, frustraciones, deseos, aversiones, resentimientos, fracasos, ambiciones, codicia, etc.

En Psicología se les llama “introyectos” a tales píldoras que desde la infancia se nos hace tragar desde la más rotunda ignorancia y que desde la inocencia aceptamos en la ridícula confianza de que es lo mejor para nosotros.

Pero ¿lo es? Basta mirarlo con un mínimo de distanciamiento, aquel mismo que produce la consciencia testigo, para comprender lo absurdo de tales argumentos aceptados sin ningún tipo de filtro. Ciertamente, educar es una labor extremadamente difícil, primero ha de haberse sabido educar uno a sí mismo.

Atentos a nuestra consciencia

Primavera del 2020. ¿Tiene todo lo que está pasando algún sentido? Desde luego que sí, pero desde nuestra limitada perspectiva somos incapaces de poder verlo con un mínimo de la claridad necesaria como para poder hablar y opinar sobre ello. Tendrá que pasar bastante tiempo hasta que en verdad podamos comprender los acontecimientos actuales con la objetividad suficiente como para tener un conocimiento real y no sólo una opinión superficial; si es que en algún momento nuestro interés nos llevara a ello.

Desde luego que esto también pasará. Mientras tanto, permanezcamos atentos a nuestra sensación de ser, de existir, es decir: atentos a nuestra consciencia. Si hay una auténtica defensa que nos pueda proteger es sin duda la consciencia de sí. Mantenernos conscientes es tener la posibilidad de no dejarnos arrastrar por el remolino de pánico que nos ha engullido. Mantenernos en la consciencia es tener la puerta abierta a la comprensión, de ahí la importancia, ahora y siempre, de la práctica de la meditación.

A través de la meditación se despierta la consciencia. Ser y estar consciente es el mayor antídoto contra el veneno de la ignorancia que tanto sufrimiento innecesario genera. Desde luego, no interesa que el ser humano despierte al potencial de creatividad y libertad verdadera que conlleva la consciencia, pero ¿a quién no le interesa y por qué?

Tales cuestiones han de ser resueltas de manera individual. No es posible su resolución por medio de terceras personas. Si lo fuera, estaríamos lanzando nuevas proyecciones que, en caso de ser ingeridas, daría lugar a nuevos introyectos. Y no es eso lo que queremos. Queremos el despertar de la consciencia que concede la libertad y la liberación a través del autodescubrimiento de nuestra auténtica y común naturaleza.

Un mundo de paz, amor y armonía aguarda detrás de semejante descubrimiento. Ello es posible. No se trata de ninguna utopía. Sin embargo, semejante hallazgo es siempre individual, nadie puede entregarlo, aunque sí se pueda indicar el camino que lleva a descubrirlo.

Emilio J. Gómez, profesor de Yoga, coordina “Silencio Interior – Escuela de Silencio”

www.silenciointerior.net