El humor como ingrediente de las clases de yoga

2019-11-20

Algunas personas no se acercan al yoga pensando que es aburrido. ¿Aburrido? ¿En serio? No en mis clases, desde luego. El humor es una energía que puede cambiar instantáneamente nuestras emociones… y con yoga, todavía más. ¿No lo has probado nunca? Escribe Maite Galande.

“La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”. Nietzsche.

Desde mis comienzos dando clases de yoga pensaba que yo era una profesora rara, y digo rara porque he colgado el sanbenito de “serios» a todos los colegas conocidos. Sé que es una opinión sesgada por mi experiencia personal, pero también me he dado cuenta de que muchas de las personas que se quieren acercar al yoga y a las clases no lo hacen a veces porque creen que tanto el yoga como la meditación son aburridos por naturaleza. Confío en poder explicar aquí que no tiene por qué ser así.

Desde que era pequeña siempre he sido un poco payasa. De hecho, la sonrisa ha sido mi ajuste para ser aceptada, hasta que fui consciente de ello y la empecé a utilizar conscientemente de forma creativa.

Muchas veces he pensado cómo es posible que la gente se acerque a mis clases teniendo en cuenta lo payasa que soy, hasta que me di cuenta de que es precisamente esa diferencia la que atrae a mi público. Que quede claro que no es la única, ya que me diferencian muchas más cosas.

Ser un poco payasa me ha hecho crecer como persona, pues he comenzado a ver los conflictos desde el humor y desde ahí comenzar a verlos como oportunidades. 

Un “payaso” trabaja desde el aquí y ahora, a través del conflicto con la risa y con la humildad de cada uno. Despierta el niño interno y es un camino para ver al otro con una mirada de sorpresa, nueva y limpia, sin prejuicios. ¿Te suena?

En yoga sería como hacer un àsana (postura) y sorprenderte cada vez que la haces porque nunca es igual; hay matices que, si estás atenta, te asombran. Y en esa sorpresa está la atención al ahora, al presente.

En realidad el payaso existe ya dentro de cada uno, es uno mismo. Haces reír con lo que eres, no con lo que haces. Cuanto más honesta y espontánea soy, más cerca estoy de mi payasa, de mi niña interior. Ni siquiera hay que buscar la risa, sólo encontrarla. Tengo tantos tipos diferentes de payasa como personajes hay en mi interior.

Si abro mi corazón a la risa, y sobre todo soy honesta, entonces el público jugará conmigo de buena manera. De hecho así es.

Sabiduría de corazón

No puedo olvidar una de mis clases donde elaborábamos en círculo la Postura del Pez (Matsyasana) y, tras las instrucciones, se me ocurrió de forma espontánea que los alumnos hicieran con la boca lo que hace un pez, y así lo hicieron. Las miradas de complicidad entre ellos y hacia mí, su sonrisa y su desnudez frente a la vergüenza (el hecho de aceptar algo genuino o «inadecuado»), dieron lugar a ver la parte divertida de las cosas, a ver cómo el trabajo bien hecho y la sonrisa se complementan en lugar de considerarlos como opuestos.

El humor mejora nuestra disposición a la hora de buscar soluciones. Verse y ver a los demás con la benevolencia que otorga el buen humor denota sabiduría del corazón. Es una experiencia social, nos ayuda a sentirnos más relajados con los demás, fomenta la sensación de unidad y pertenencia al grupo y reduce sentimientos de soledad o aislamiento.

Por supuesto, no siempre es así. Siempre hay un modo de humor para cada momento y un momento para cada manera de aplicarlo. Si hacemos reír con lo que somos, sabremos cuándo emplearlo; sin embargo, si forzamos el humor, al igual que en una postura estaremos rechazando lo que somos por lo que queremos ser, y esto no es humor.

El humor también es salud. El psicólogo Steven M. Sultanoff afirma que el humor estimula la risa y ésta conlleva muchos beneficios, como debilitar el estrés y estimular anticuerpos que combaten las infecciones. Muchos otros profesionales de la salud han confirmado reiteradamente que la risa ejerce un masaje en el diafragma, tórax y abdomen que beneficia al corazón, pulmones e hígado. Y también se asocia el humor a la creatividad y a la inteligencia. Incluso Osho decía que la risa es una de las mayores cualidades espirituales: «Si puedes reír totalmente, entrarás en un espacio de no-mente, de no-tiempo. Sólo el ser humano es capaz de reír, pues para ello se necesita cierta inteligencia».

Si añades todos estos beneficios a los que ya tiene la práctica de yoga, la cosa no tiene desperdicio, ¿verdad?

Pues sí, me siento contenta con ser un poco payasa. Y aunque no todo el tiempo pueda ser así, reírme de mí y de mis personajes me devuelve a la vida. Mi toque de humor seguirá siendo el ingrediente de mis clases de yoga.

Maite Galande es profesora de yoga y mentora en desarrollo personal.
https://maitegalende.com/

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