Entrevista con Habib Ba: «Si el alumno viene solo a por un título, se confunde»

2013-03-11

«Todo esto me está cansando, los títulos, las asociaciones, las federaciones, porque están buscando más el reconocimiento que el trabajo humilde del día a día, que es un trabajo laborioso y complejo porque es físico, mental, emocional, espiritual». Sigamos escuchando a este esforzado profesor que no tiene pelos en la lengua.

Habib Ba

De origen tunecino y afincado en Barcelona desde hace ya muchos años, es director de Escola Yogavida, profesor de Yoga, Yoga Nidra y meditación. Formador de profesores de Yoga de la Asociación de Practicantes de Yoga (AEPY), presidió durante un tiempo su comité pedagógico y la propia Asociación. Pero en estos momentos de su vida, Habib vive voluntariamente apartado de cargos y de títulos, profundizando en su trabajo y en su práctica, y bastante decepcionado respecto a las motivaciones que llevan a muchas personas a las aulas de Yoga. Por eso apela con insistencia a la responsabilidad personal y al trabajo.

¿Cómo surgió el Yoga en tu vida?
De una manera autodidacta, comprando y leyendo libros de Yoga en su momento. Pasé así casi cuatro años, practicando por mi cuenta, solo. Hasta que fui a Inglaterra y encontré a mi maestro y profesor Big Dom. Él me enseñó lo mejor del Yoga, de la vida y del ser humano, porque hizo un trabajo individual, de maestro a discípulo, y he pasado casi siete años trabajando con él.

Luego he vivido en Dinamarca, en Noruega, pero no he querido relacionarme con otros maestros, quizás por fidelidad, por coherencia hacia el trabajo que mi maestro hizo conmigo. Pero no fue hasta 13 o 14 años después de haberme iniciado que pensé en formarme como profesor de Yoga y compartir mis experiencias con otras personas. Busqué formadores aquí en Barcelona. Empecé con dos y acabé con un tercero, pero ninguno de los tres me gustaba, sinceramente, aunque el último me parecía algo más sensato. Y así empecé a formar también.

¿No te ha sido fácil encontrar tu camino de formador en el Yoga?
No, no ha sido fácil, y todavía lo estoy buscando, sigo formándome. Pienso que el profesor de Yoga gana su título a diario y en todo momento. No llega un día y dice: ya soy profesor de Yoga, sino que ha de seguir practicando, estudiando, buscando. Yo cada día empiezo de nuevo.

¿Cuáles son los fundamentos de tus enseñanzas, qué es lo que más te interesa transmitir?
Me encantaría transmitir un camino de trabajo espiritual y humano basado en los valores reales del Yoga. Ahora esto no se está dando porque hay mucha confusión o, mejor dicho, mucha desinformación. La mayoría de la gente que viene al Yoga no viene realmente para hacer un trabajo espiritual, sino por otros móviles. Uno es conseguir un título de formador; y esto me está cansando mucho, mucho. Luego para descansar o relajarse, que está muy bien pero hasta cierto punto, porque si te limitas a esto, tarde o temprano vas a dejar el Yoga, porque la finalidad del Yoga no es esa; es mucho más.

El proceso yóguico tiene que implicar la propia vida interna, tanto a nivel mental como emocional. El samadhi es consecuencia de la confrontación interior y de la responsabilidad, tanto con el maestro como con la vida diaria. Esto hoy lo huye todo el mundo, y es muy difícil compartirlo y transmitirlo porque la mayoría de las personas no quieren hacer ese trabajo. Vienen por otro tipo de motivaciones.

También frecuente dedicar dos o tres horas semanales a la práctica, y el resto del tiempo olvidarnos del Yoga…
Totalmente. Sin embargo la finalidad del Yoga es penetrar en nuestra rutina diaria, cultivar sobre todo la atención para llegar a escucharnos y a sentirnos realmente. Centrar nuestra mente para aprender a sentir el cuerpo. Y eso, poco a poco, llevarlo a la vida diaria para poder escuchar también nuestro cuerpo mental, emocional y espiritual. Para mí la vida es el Yoga y el Yoga es la vida. Si uno no se responsabiliza de su vida diaria, el Yoga le va a dar muy poca cosa.

El Yoga puede ayudarte a centrarte mejor, a ser más responsable, más honesto, a confrontar tus problemas. Pero no pienses que hacer ásanas o pranayama un par de veces por semana va a solucionarlos. La gente se confunde y cree que el Yoga o el profesor de Yoga van a arreglar sus problemas. El Yoga es un instrumento, un medio para lograrlo, para acercarnos a lo que todos nosotros como seres humanos queremos conseguir: ser felices, la dicha, la paz, la serenidad, la libertad. Pero no lo busquemos fuera de nosotros: somos nosotros los que tenemos que hacer ese trabajo por nosotros.

¿Cómo se puede revertir ese desinterés por profundizar?
Mis colaboradores a veces se preocupan por este estado de cosas, y yo les aconsejo que se preocupen por hacer bien su trabajo, que cada uno se corresponsabilice de su trabajo. Lo más importante para mí es el trabajo personal de cada uno de nosotros. El profesor de Yoga es también un alumno, un sadhaka, un aspirante a la dicha, y tiene que implicarse en esta tarea con todo su cuerpo, mente, corazón y alma. No me preocupa qué hacen los demás, sino lo que hago yo y cómo puedo dar de la mejor manera posible lo que los demás necesitan en este momento. Pero a veces duele, porque cuando un profesor está totalmente entregado a ello y quiere dar lo mejor, da realmente muy poco, muy poco, porque las personas que vienen necesitan muy poco, y se crean además necesidades poco reales, no naturales, expectativas confusas sobre su propia persona y el modo de afrontar los problemas.

¿Te refieres a ese afán por conseguir títulos de profesores?
Estoy harto, cansado de eso. Yo tengo un montón de títulos, y me gustaría quemarlos todos. Esto es algo nefasto para el Yoga, es antiyoga y antiespiritual. Con frecuencia el alumno busca el prestigio social antes que su propio trabajo personal y espiritual. Y eso va contra la esencia del Yoga, es deshonesto, lo digo desde el corazón. Todo esto me está cansando, los títulos, las asociaciones, las federaciones, porque están buscando más el prestigio y el reconocimiento que el trabajo humilde, del día a día, del practicante, que es un trabajo laborioso y complejo porque es físico, mental, emocional, espiritual. Y ese trabajo no depende de un título, ni de una asociación ni de una federación; depende del trabajo del profesor y de la corresponsabilidad del alumno con el profesor. O sea que si el alumno viene solo por un título, se confunde, y el profesor se confunde también.

Quizás también hay confusión de escuelas, estilos, tendencias. El Yoga es uno, pero ¿cuál es la esencia que no debe faltar en el Yoga?
Todas técnicas sin corazón no sirven absolutamente para nada. Lo primero es la experiencia del profesor, y eso se olvida muchísimas veces; la esencia es la que se transmite de maestro a discípulo, y ni siquiera se está dando esta relación entre profesor y alumno, porque se está dando más importancia al marco que al contenido, a la botella y a la etiqueta que a la calidad del vino. Hay mucho engaño en ese sentido, mucho exotismo y banalidad. Se mitifica el Yoga pero no se dignifica, porque para dignificar el Yoga hay que prescindir del ego. Encontrar el equilibrio es lo más sagrado y lo más complicado, como dijo el Buda. Espero que todos estemos en ello.

¿Qué le diría alguien que está pensando en iniciarse en el Yoga, cuáles serían sus consejos?
En primer lugar le diría que se preguntase qué está buscando, dónde está buscado, con quién lo está buscando y con qué medios lo está buscando. Que sea honesto y responsable consigo mismo. A partir de ahí, que busque a la persona o personas que puedan ayudarle en el proceso. Muchas veces se está buscando fuera de uno mismo, y no con las personas adecuadas. La mayoría de la gente busca un Buda por 60 euros al mes para que resuelva sus problemas, y no existe esto, sino un camino individual que cada uno tiene que recorrer bien acompañado, bien formado e instruido, pero tiene que vivir libremente su proceso, estar bien estimulado en este trabajo. Hay que ser honesto y responsable con lo que uno está buscando realmente. Queremos la paz, la serenidad, el equilibrio, la dicha, el amor incondicional, ¿pero estamos preparados para pagar el precio, o sea el trabajo necesario para lograrlo? ¿O nos vamos a limitar a hacer algunas posturas y a buscar un profesor que nos dé el trabajo hecho?

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