El relativismo en el mundo del yoga

2015-04-20

No me cabe en la cabeza aún y no encuentro la causa o motivo del porqué de este caos absoluto en que se ha convertido la práctica del yoga. Escribe Roberto Majano.

acrobacia o yoga

De verdad, no entiendo cómo el Yoga, ese  maravilloso, enigmático e insondable Yoga, se ha convertido actualmente en la disciplina más manipulada, malinterpretada, tergiversada y con menos base de todo ese conjunto de filosofías, disciplinas espirituales y métodos de integración personal que conforman el vasto conglomerado de la holística humanista de Oriente, a la que el yoga pertenece.

De verdad, no lo entiendo. Sí intuyo cuál puede ser la causa o el  por qué y cómo se ha llegado a convertir el Yoga en el hazmerreír (perdón por la expresión), la caricatura de lo que en realidad es.

Todos los métodos, disciplinas, filosofía, terapias, métodos de integración e  espirituales de Oriente tienen una base bien definida, bien marcada y que apuntala claramente cuál es su filosofía, práctica y en qué términos debe realizarse dicha práctica.

En todas las prácticas de origen taoísta como el Chi Kung o el Taichi su ejecución está perfectamente definida en unos estándares de los que es imposible salirse, pues delimitan bien qué son y que no son dichas prácticas taoístas. Unos estándares suficientemente marcados que apuntalan conceptos indiscutibles en su realización: en el caso del Taichi apuntalan que este arte es, ante todo, una meditación en movimiento, que la relajación es lo mas importante a la hora de realizar la practica, que hay que invertir en pérdidas y no dejarse guiar por ese ego que incita a utilizar la fuerza en pos de conseguir las posturas, que el movimiento debe  fluir siempre relajado convertido en un armonioso fluir con la respiración, etc. Conceptos que sí certifican exactamente cuándo hay Taichi y cuándo, si se obvian estos, no lo hay, ni aquí ni en la Conchinchina.

Exactamente igual pasa con la práctica del Zen o del Zazen, hermana esta última del Radja yoga, el  cual, sin partir de una quietud absoluta, de una postura bien definida y de una contemplación paciente de la respiración, no podrá ir cesando el desbocado y anómalo estado de la mente y, por definición, no se podrá afirmar que lo que se está realizando es Zazen.

Igualmente sucede con el Ayurveda, método holístico hermanado con el Yoga por medio de esa filosofía Samkya de la que se nutren ambos, en la que aprender a reconocer la  singularidad y naturaleza de cada cual es absolutamente indispensable para dotarnos de la consciencia suficiente para realizar una práctica mas coherente y ajustada a la propia singularidad de cada cual .

Del mismo modo, las innumerables terapias china y japonesa como el Feng Sui o el Yang Seng, ciencias para el cultivo de la salud por medio de la armonización, enseñan y definen claramente los estándares de lo que es saludable y lo que debemos evitar.

Podría seguir enumerando indefinidamente ejemplos, tales como la disciplina del tiro al arco, el Shodo o caligrafía japonesa, la caligrafía china, el Ikebana o arte floral, o incluso las diferentes artes marciales. Artes todas que delimitan y marcan lineas férreas que definen con exactitud la correcta ejecución de las mismas.

No vale todo

Sin embargo el Yoga, el majestuoso Yoga, actualmente carece de todo esto. Los textos antiguos de los que se nutre se malinterpretan, no se estudian, ni se conocen apenas, ni se reflexiona al menos sobre ellos. Cada nuevo maestro marca una nueva tendencia, una nueva práctica o inventa un estilo sin más lógica o argumento que el propio desarrollo de su ego. Sin defender claramente y contrastar  la exactitud del contenido de su enseñanza o, lo que es peor, mintiendo al personal en cuanto a este contenido y los posibles efectos u objetivos  a conseguir .

No es normal, de verdad, lo que está ocurriendo actualmente en el mundo del Yoga, y no es normal tampoco que toda la comunidad seria del Yoga, que es muy amplia, no levante la voz un instante y exija un mínimo de explicaciones a tanto relativismo.

No es normal tampoco que una filosofía espiritual de extremada profundidad y sutileza como es el Yoga no tenga especificado actualmente un mínimo de coherencia en cuanto a esos límites que marcan y definen su práctica. Y no se trata de que haya doctos gurus que marquen estas doctrinas o digan cuáles son éstas, sino simplemente que haya personas honestas y experimentadas del mundo del yoga que alcen su voz mediante amplios y fundados argumentos en cuanto a definir qué es una práctica de Yoga.

Una práctica de Yoga en la que no vale todo, amigos, ni  tampoco vale caer en la trampa y tergiversar dicho fin aludiendo al gran equívoco que lleva a pensar a muchos que si llegas a colocarte un pie encima de la cabeza o a reventarte estirando tus piernas o torso lo más posible habrás conseguido un objetivo yóguico.

Ya está bien de afirmaciones vacuas y de argumentos que aseguran que si practicas Yoga medio en pelotas o a cuarenta y pico grados centígrados, tirando como un poseso hasta que consigas completar una asana como te dicen, habrás hecho el más magnifico y saludable Yoga. Ya está bien de asumir series y series de yoga cuyo fin es completar un número cada vez más difícil y extenuante de asanas con el supuesto fin de la realización interior. Ya está bien de aceptar esa corrección extrema y absurda a la que algunos sistemas de yoga fuerzan a sus practicantes, obviando normas básicas de biomecánica que desaconsejan las mismas. Ya está bien de colgarse del techo para hacer Yoga, o de coger pesas, o de crear competiciones atléticas de yoga. Ya está bien, en definitiva, de tanto caos…

Un poquito de seriedad, por favor: el Yoga es libertad, por supuesto que lo es; ésta es su primera regla. Y además es una experiencia, más aún si cabe esto último. ¿Qué otra cosa va a ser si no una experiencia vital y personal?

Pero ¿es de recibo crear sistemas de Yoga en base a la experiencia propia de uno e impartirlos como doctrina y de manera genérica a los demás, y más cuando la realización de dicha doctrina es absolutamente arbitraria y en algunos casos contraria a ciertas bases que engarzan con los cuatro preceptos básicos que deberían marcar la línea a seguir?

De locos, absolutamente de locos es todo esto. Porque existen unas líneas básicas comunes que  definen la esencia del Yoga y por consiguiente su práctica, pero ni se siguen, ni se enseñan y, lo que es peor, se manipulan…

Las bases esenciales del Yoga

Unas líneas básicas del Yoga que están ahí, abiertas, bien claras y definidas para el que quiera ir a buscarlas, que hablan de un Yoga intuitivo que busca la armonía a base de relajación consciente y no de esfuerzo desmedido. Un Yoga cuya principal herramienta, la quietud, convierte la práctica en pura meditación a la vez que en armonización de la condición física. Un Yoga cuyo tiempo de mantenimiento en la posturas es determinante y seña de identidad en el desarrollo de sus potencialidades y centros energéticos. Un Yoga en el que la intensidad del esfuerzo debe ser aceptada como una especie de pérdida, de renuncia, y no un fin de fortalecimiento del ego. Un Yoga en el que, como en las demás tradiciones y disciplinas hermanas, el papel de la relajación es vital, no cuestión de tres ridículos  minutos a los que se ha reducido. Un Yoga en el que conocer los límites de uno mismo es, en definitiva, conocer la propia naturaleza y ajustarse de manera intuitiva a la misma…

Ante esto, me surgen muchas cuestiones que me gustaría que alguien me respondiera o al menos me argumentara: ¿Qué argumentos tienen algunos para afirmar que la práctica del Yoga a cuarenta y pico grados y buscando el máximo esfuerzo en los asanas es sinónimo en lo más mínimo de algo que concierna al Yoga o a la salud ?¿Qué argumentos tienen aquellos que aseguran que realizar sistemas basados en el grado máximo de elongación muscular o articular tiene algo que ver con bienestar, salud o biomecánica saludablemente admitida? ¿Qué argumentos tienen aquellos que afirman que la realización de exhaustivas y complejas series de asanas son sinónimo de progreso personal y salud de referente yóguico que debamos seguir y admitir?

Todo esto y algunas cosas más surgen por esa vacuidad en la que el Yoga transita actualmente, una vacuidad sin el menor argumento o lógica que alguien nos aclare o que podamos contrastar de manera racional, técnica o científica.

Si alguien me argumenta sólidamente cualquiera de dichas cuestiones haciéndome ver que la realización del Yoga no tiene base estable en común y todo es relativo… estoy completamente dispuesto a regalar mi esterilla al primero que pase y dejar de seguir enseñando Yoga e irme al pueblo a plantar tomates. ¿Se anima alguien?

Roberto Majano. Investigador de Biomecánica deportiva, profesor de yoga y bombero profesional.