Las fases del perdón

2013-11-14

El perdón es una decisión consciente de dejar de lado el resentimiento y los pensamientos recurrentes de venganza. Dejar tu rol de herido u ofendido y seguir adelante con tu vida. Si no perdonas, el hecho sigue teniendo el control sobre tu mente, y no te puedes enfocar en otras cosas. Por Koncha Pinos-Pey para Espacio MIMIND.

Abrazo perdon

Casi todos nosotros nos hemos visto afectados alguna vez en nuestra vida por las palabras o las acciones de terceros. Quizás tu madre te dañó, tu padre no te defendió, tu marido te engañó o tu colega te saboteó el proyecto de fin de carrera. Estas heridas que pueden dejar sentimientos duraderos de ira, amargura, vergüenza o venganza son necesarias explorarlas en términos de mindfulness.

¿Pero cómo funciona el perdón? El perdón es una decisión consciente de dejar de un lado el resentimiento y los pensamientos recurrentes de venganza. Dejar tu rol de herido u ofendido, y seguir adelante con tu vida. Si no perdonas el hecho sigue teniendo el control sobre tu mente, y no te puedes enfocar en otras cosas. El perdón tiene que empezar por reconocer que tú mereces la comprensión, la empatía y la compasión en primer lugar… Es decir, ponerte a ti en primer lugar, para poder alcanzar la comprensión, empatía y compasión por la persona que te hirió.

Perdonar no significa negar la responsabilidad del mal que te causó el otro, no lo minimiza ni lo justifica. Se puede perdonar a la persona pero no se excusan los actos. El perdón te da, sobre todo a ti, una especie de paz que te ayuda a seguir con la vida.

¿Cuáles son los beneficios de perdonar?

Dejar ir el rencor, la amargura, la rabia, la ira, y dar paso a la compasión, la bondad y la belleza que hay en ti. El proceso de perdón puede llevarte en el futuro a:

  • Tener relaciones más saludables.
  • Aumentar tu bienestar espiritual y psicológico.
  • Disminuir la ansiedad, estrés y hostilidad frente a la vida.
  • Aminorar los síntomas de depresión o tendencias suicidas.
  • Minimizar riesgo de abusos y dependencias.

¿Dónde se guarda el rencor en nuestro cerebro?

Cuando te sientes herido por alguien que amabas y en el que confiabas, puedes llegarte a sentir triste, rabioso o confundido. Si vives en hechos de confusión o situaciones dolorosas, llenas de poca claridad, rencor, resentimiento, venganza u hostilidad, esto puede llegar a echar raíces en tu cerebro. Permitiendo que los sentimientos negativos invadan tu amígdala y lleguen a desplazar a los positivos, puede que te encuentres como engullido en tu propio sentimiento de amargura y quieras buscar una justicia que nunca se dará.

Los efectos del rencor en el cerebro son devastadores. No solo pagas el precio del engaño una vez, sino que la trayectoria de las emociones y el pensamiento asociado se graba una vez tras otra en tu memoria, impidiéndote que puedas establecer relaciones y nuevas experiencias. Tu vida puede llegar a quedar secuestrada por el mal que te han hecho, y no se puede disfrutar de nada. Puedes llegar a convertirte en un depresivo, ansioso, o vivir en modo amenaza. Puedes llegar a sentir que tu vida ya no tiene significado o propósito, que estas en desacuerdo contigo. Porque te han quitado la dignidad. Por eso es urgente, más que nada por ti, iniciar un proceso de perdón para conectar con la parte más valiosa, amable y enriquecedora que existe en ti. ¿ Pero como llego a un estado mental de perdón?

El perdón es un compromiso primero contigo y como resultado de este se da un proceso de cambio en relación a los otros. Para empezar puedes:

  • Considerar el valor de perdón y su importancia en tu vida, en ese momento en concreto, no hace falta perdonar todo a la vez.
  • Reflexionar sobre los hechos, la situación, y tu reacción y como todas estas cosas llegaron a afectar tu vida, salud y bienestar.
  • Cuando estés listo, empieza a perdonarte a ti mismo, para poder aspirar a perdonar a los que te ofendieron, mintieron o dañaron.
  • Aléjate del rol de víctima, suelta el control y no le des más poder a la persona que te causó el daño. La situación tuvo un recorrido en tu vida, pero no es toda tu vida.

Al dejar de lado los rencores, ya no defines tu vida en la forma en la que fuiste herido, sino en la forma en la que puedes ser amado, comprendido y acompañado.

¿Qué pasa si no puedes perdonar a alguien?

El perdón es un gran reto, especialmente si la persona que te ha herido no admite el mal y te lo ha escondido o no quiere reconocer tu dolor. Si te encuentras en esta situación, ten en cuenta la situación de manera asertiva. ¿Por qué esa persona no quiere admitir el mal causado? ¿Tendrá tanta desconexión interna que no puede ni ver la diferencia entre el bien y el mal? ¿Existirá en su mente patrones pervertidos de amenaza, defensa o huida tan fuertes? Si el otro te niega el diálogo, es muy útil buscar ayuda profesional, y empezar a hablar incluso de lo difícil que te resulta hablar. Llevar un diario, meditar, hablar con personas sabias y compasivas.

Diferencias entre perdón y reconciliación

A veces podemos perdonar ese evento doloroso, pero ya no podemos reconstruir la relación. A veces la persona que te ofendió ha muerto, o simplemente ha desaparecido, y es un trabajo tuyo y solo tuyo reconciliarte con esa parte de ti. No puedes renunciar al amor que le tuviste, porque ese amor eres también tú, pero puedes elaborarlo claramente.

Si la otra persona no cambia, no hay razón para no perdonar. Porque el proceso de perdón, tiene que ver “contigo” y no con el otro. El otro puede no querer cambiar, y continuará haciendo daño, ofendiendo y engañando. Pero tú “le quitas” el poder que tenía en tu vida. En este acto de “empoderamiento personal” alcanzas la madurez emotiva que te impedirá caer en el futuro en otras situaciones semejantes.

Antes de iniciar el proceso, medita sinceramente lo siguiente: reconoces con honestidad los errores que has cometido y cómo esos errores también afectaron a otros en el pasado. Al mismo tiempo, evita juzgar al otro con dureza. Tú eres un ser humano, y el otro también, ¿qué vamos a hacer? Si admites que quieres perdonar, admite también que quizás tú también creaste causas de dolor a otros. Habla con arrepentimiento sincero, y escribe quizás una carta de todos aquellos a los que les pides perdón –sin excusas- . No se puede obligar a nadie a que te perdone, ni a que comprenda sus errores. Cada quien necesita mover su mente a su propio tiempo, pero como mínimo te garantizas que en el proceso del perdón habrá: compasión, empatía, respeto y atención. Y quizás eso era parte del problema.

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