La FP del Yoga

2020-01-28

¿Profesores de yoga? ¿Alumnos? ¿Discípulos? ¿Maestros? N0. ¡Practicantes! Convirtámonos en obreros, en contraste con los intelectuales modernos que conocen todos los términos del yoga de memoria y la anatomía corporal, pero son incapaces de sentarse inmóviles con la espalda erguida y la atención viva durante el tiempo que dura un amanecer. Escribe Sergio Martínez Pose.

Vivimos una época de máxima expansión de los movimientos genuinos y tradicionales de Oriente: entre ellos, el Yoga. En su origen, esta era una disciplina practicada por adeptos que dedicaban su vida a la búsqueda del equilibrio interno y la comunión con el Ser y, por último, con paramâtman o “Dios”, a través de vías diversas y herramientas varias.

En la era moderna y en Occidente estas vías se han convertido más en terapias de salud física y mental y como espacios de encuentro e identificación con la masa social.

También y ya hace algunos años, en Europa y América, el Yoga se ha transformado en una profesión con futuro debido a su aspecto terapéutico, al aumento de la demanda y a la necesidad de la gente de encontrar el equilibrio en sus vidas, belleza en sus formas y bienestar interno. ¡Afuera ya no hay mucho donde mirar sin llegar al espanto!

Todas estas transformaciones sufridas con los años y el empeño occidental en meter mano a todo lo que encuentra a su paso, han hecho que el objetivo principal del Yoga se haya perdido y lo que queda de puro en él sea difícil de encontrar.

, el Yoga es una terapia, pero en un principio está diseñada para individuos sanos que quieren mejorar el sistema de vida en su conjunto y no sólo aliviar los males del cuerpo y las neurosis de la mente.  Es un sistema de purificación que trae salud a la persona, pero este no es un objetivo sino una consecuencia.

Cuando el objetivo es simplemente terapéutico, la motivación para la práctica de Yoga viene dada sólo por el aspecto que se quiere curar. Una vez conseguido éste, ¿hacia dónde ir?

Sí, el Yoga puede ser una profesión pero, como tal, se puede apreciar que hoy día ha aumentado el número de profesores con una experiencia mínima debido a los programas de formación exprés actuales. Esto hace que la calidad de la materia a impartir se deteriore, produciendo en su transmisión, lo que nos estamos temiendo algunos; que el Yoga tradicional y puro, desaparezca en los próximos años y sólo quede un sucedáneo edulcorado con música de relajación, ejercicios clasificados para todos los públicos y ambientes perfumados a rosa.

El sentido de enseñar

Algunas escuelas que ofrecen programas de formación de profesores notan cómo sus alumnos, una vez obtenido el título de instructor, no vuelven a acudir para profundizar en el sistema aprendido. Conclusión: lo que se desea es aprovechar el tiempo para hacer más cursos, aprender más métodos y acumular méritos y palabras que añadir en el currículum vitae.

No quiero dar la impresión de estar en contra de la formación de profesores de yoga, pero empecemos la casa por los cimientos. ¿Cuál es el sentido de convertirse en enseñante cuando ni siquiera se toma el tiempo necesario para practicar algo en profundidad? Y eso lleva muchos años de dedicación, no sólo 200 horas. ¿Por qué esa necesidad de correr? Camina lentamente primero y con paso firme. Acaso alguien que está aprendiendo a tocar el violín, ¿se lanza a dar conciertos un año después de haber comenzado?

El buen profesor es aquel que brilla por su estado interno y no por su verborrea o postureo.  El buen maestro es aquel que siempre se ve como discípulo, con la vista puesta en aprender y en llegar al fondo de las cosas para experimentar la belleza de lo que ahí se encuentra y luego trasmitirlo con el sentimiento intenso y personal de lo vivido, pudiendo así hacer a otros participes de ello.

¿Adónde pretendo llegar?

Yo animo al retorno a la práctica. La FP del Yoga en contraste con la Universidad, que es el estado en el que nos movemos actualmente. Traer de nuevo el enfoque de la supremacía de lo práctico sobre lo teórico, del retorno al “manos a la obra”. Convirtámonos en obreros trabajadores en contraste con los intelectuales modernos que conocen todos los términos del Yoga de memoria y la anatomía corporal, pero son incapaces de sentarse inmóviles con la espalda erguida y la atención viva durante el tiempo que dura un amanecer.

¡Volvamos a la Sâdhanâ, al desarrollo de la práctica personal!

Saquemos “callo” en las “posaderas” de tanto sentarse a respirar, recitar y meditar y encontrarse con lo que uno es en esencia.

Rompamos con el comentario que tantas veces hemos escuchado en las clases de Yoga: practica hasta donde puedas, sin ir más allá de tus límites. Yo digo no (y no se me malinterprete, que no soy un imprudente). Vayamos más allá del mapa que nos hemos formado de nuestras vidas, empezando por quebrar los conceptos limitantes que nos hemos puesto e impuesto en el cuerpo y en la mente.

Respiremos no sólo con los pulmones sino con el alma, sintiendo que cada respiración que tomamos es un agradecimiento a la vida y a la luz que habita en todo.

Conozcamos la máquina y el puzle que es nuestro organismo y que, desde la práctica del Yoga, podemos llegar a comprender y resolver.

Basta ya de dejarse caer en la desidia, en el hábito (que no hace al monje sino al “pecador”), en la excusa y en la complacencia.

¡Apriétense los machos y enfréntense a sus vidas y todo lo que haya que cambiar en ellas!

Harih Om

Sergio Martínez Pose. Practicante desde 1997. En 2002 acude por primera vez a la India y conoce a su maestro, Âchârya Venkatesha (Instituto Atma Vikasa Yoga) y después de varios años de hacer viajes intermitentes para seguir sus enseñanzas, en el año 2006 se establece en Mysore para profundizar de manera completa en este camino marcado por la filosofía de su maestro. En 2016 regresa a España con la intención de divulgar el Yoga basado en la tradición. Los cursos de FIPY (Formación Integral de Practicantes de Yoga) aparecen como la fórmula adecuada para dar el conocimiento adquirido en esos años en India y con el fin de ayudar a lograr la autonomía necesaria en la práctica a quien quiera adentrarse en esta senda milenaria. Desde entonces tiene grupos de formación anuales en Madrid, Barcelona, Vigo, Ourense, Badajoz, Elche y Cuenca y también retiros de Yoga en España, Suiza, Italia e India.

Imparte seminarios para difundir esta filosofía del practicante de yoga en diversas ciudades españolas.

El 22 y 23 de febrero estará en Yoga Space, Majadahonda (Madrid)