Yoga y protección de la naturaleza: dos ramas del mismo árbol

2019-11-18

Olga Jiménez ha escrito el libro Conectados, y afirma: «Yo he recibido la ética de la enseñanza del yoga y afirmo rotundamente que no es ético dejar nuestra casa peor que la recibimos». Sobre este tema y sobre la situación actual del yoga escribe este artículo Olga Jiménez.

Olga Jiménez, autora del libro, con Joaquín Araujo, hoy el naturalista más reconocido en nuestro país, durante su presentación en Biocultura

En el capítulo 15 de mi libro Conectados, hablo de la situación del yoga actual. Os transcribo un extracto:

«Comencé a practicar en una época en la que me daba vergüenza contarlo y a veces, al enterarse mis compañeros, me preguntaban qué enfermedad tenía, estaban extrañados porque me veían sana. Te estoy hablado de hace 26 años, en 1993, cuando aún no era una moda. Ahora los profesores proliferan a centenares y ha crecido un auténtico bazar de lo bonito y lo barato, un mercado en el que todo cabe, como esas ferias de animales chinos.

Hay yoga con calor, yoga con cerveza, yoga con animales, yoga con columpios, yoga con piedras mágicas. Hay profesores que enseñan de espaldas a sus alumnos, profesores que venden sus clases por internet con escasos o nulos conocimientos y con posturas tremendamente mal ejecutadas, o que deciden enseñar mostrando la foto de un libro y pedir al alumno que ejecute la postura. Todo es válido bajo el nombre de yoga. Y cuando crees que ya lo has visto todo, aparecen jóvenes en Instagram haciendo posturas en lugares peligrosos, al borde de precipicios, poniendo en riesgo sus propias vidas para conseguir más seguidores.

 Es una realidad que hoy en día, por unos miles de euros y en cuestión de meses, se puede obtener un título sin precisar de una formación previa. Un verdadero caos. El gobierno ha intentado poner orden regulando oficialmente la enseñanza, pero no va a ser fácil salir de esta deplorable situación. Me consta que en estos cursos regulados se están colando incluso profesores que saben muy poco o nada de la materia.

 El yoga tiene una parte práctica que hay que dominar antes de enseñar, lo que yo siempre afirmo y decía mi Maestro (B. K. S. Iyengar): un profesor de yoga debe ser primero un buen practicante. Para ello hay que salvar un escollo descomunal, ahora tenemos mucha prisa y te estoy hablando de cinco o seis años de trabajo diario personal. Todo el mundo ataja y conocerás a pocos profesores que hayan sometido esta disciplina a su propio cuerpo. Siempre afirmo que la responsabilidad es de los alumnos y que tienen el deber de informarse, se tienen que atrever a preguntar. Luego, si se producen lesiones, no sirve quejarse. Los gimnasios suelen pagar poco a sus entrenadores y es difícil encontrar profesores experimentados, aunque puedes probar suerte, yo sé de un caso entre quinientos.

La práctica correcta requiere dominar unos aspectos esenciales que son las secuencias, el orden de ejecución de las posturas. Hay que tener en cuenta la técnica y los tiempos que se pueden exigir al alumno según su nivel. Nuestro Maestro codificó este sistema hasta depurarlo de forma exquisita y esta combinación perfecta y milimetrada es lo que hace al alumno salir de clase con un trabajo a veces muy exigente, pero completamente descansado después de hora y media de sesión. Este sistema, además, permite al profesor saber con exactitud qué debe hacer en su casa para mejorar y reponer su energía”.

Con estas líneas podrás intuir el aspecto crítico de mi libro, un libro que pensé escribir de forma anónima por su contenido, que califico en ocasiones como feroz pero que finalmente salió a la luz con mi nombre. Un libro con una combinación que no te dejará indiferente pues mezcla esta ferocidad con un amor desbordante hacia la vida en su sentido pleno, la vida de los mares, de sus peces, la vida de los bosques y sus habitantes. Un libro que busca despertar esa sensibilidad para recuperar las conexiones perdidas con nuestro bello planeta. Un libro práctico que aporta consejos nutricionales, recetas de cocina, posturas de yoga, que cuestiona nuestro actual sistema alimentario y nuestras firmes creencias, con ese espíritu crítico, para apostar por un “cambio de rumbo”, hoy una verdadera urgencia si pensamos en las generaciones futuras.

El libro Conectados encierra esa aspecto ético que he recibido de la enseñanza del yoga y afirmo que no es ético dejar nuestra casa peor que la recibimos. Yo nací en los años 70, cuando empezábamos a deforestar y a generar basura en forma de envases y productos químicos; hoy esta escala de deterioro a nivel mundial es absolutamente insostenible. El libro no quiere que estas cifras nos desanimen y paralicen, sino llama a la acción individual, también un aspecto que he recibido de la enseñanza del yoga.

Olga Jiménez es Ingeniera Técnica Forestal y directora de la Escuela de Yoga Iyengar de Madrid-Aravaca. Más información en: https://yogaiyengararavaca.wixsite.com/valdemarin

‘Conectados’ está publicado por Ediciones Mandala:
https://www.mandalaediciones.com/ecologia/ecologia/conectados.asp