Las raíces del yoga

2019-10-31

Se considera yoga el refrenar de los sentidos. Entonces queda uno libre de toda distracción (…)”. Así se define el yoga en la Kaṭha Upaniṣad, y al leerlo cabe preguntarse: ¿queda algo de esto en mi práctica de yoga?, ¿qué es para mí el yoga?, ¿por qué yoga en lugar de gimnasia? Escribe Montse Simón.

No existe una única definición acerca del yoga.  Incluso en la India más antigua, el yoga abarcaba desde las prácticas ascéticas de los que abandonaban la sociedad para aislarse en cuevas y bosques,  hasta la idea de que el yoga es habilidad y ecuanimidad en la acción, como nos dice la Gītā, lo cual implica que uno puede practicar yoga inmerso en los quehaceres de la vida cotidiana, porque el yoga tiene más que ver con una actitud interna que con una apariencia externa. Sin embargo, hay algo en común en los distintos matices que los sabios comunicaron acerca del yoga: por un lado, siempre era una praxis y, por otro lado, siempre implicaba el control de la mente, al que apuntan ya los primeros textos.

En la actualidad hay muchas personas que conciben el yoga como una práctica física que contribuye al bienestar y la reducción del estrés. Sin embargo, aunque estos puedan ser beneficios colaterales, no son el objetivo.  El verdadero objetivo del yoga tiene que ver con liberarnos del sufrimiento y guiarnos hacia la plenitud que ya somos,  lo cual sólo ocurre a través de una comprensión profunda de nosotros mismos, más allá del cuerpo, los pensamientos y las emociones con las que nos identificamos.

Para que esa comprensión pueda tener lugar es necesario que la mente esté calmada. Igual que a veces nos preocupamos por algo y tratamos de hallar una solución pero damos vueltas y vueltas sobre lo mismo hasta que respiramos profundamente, nos calmamos y tras dejar descansar la mente tenemos una comprensión que cambia toda nuestra percepción del asunto, del mismo modo al calmar la agitación mental podemos acceder a una comprensión del mundo y de nosotros mismos que desconocemos mientras estamos a merced de los pensamientos.

Y ahora, ¿cómo se calma la mente? La meditación es sin duda una herramienta que consistiendo en focalizar la atención en un sólo punto nos ayuda a controlar y calmar la mente. Pero si la meditación es una herramienta tan efectiva, ¿por qué hay personas que llevan más de diez años meditando y siguen identificadas con un ruido mental notable? Creo que el yoga ha de implicar ante todo una plena disposición y dedicación hacia la Verdad, la comprensión, las ganas de mirar hasta el fondo, de ver con objetividad, de ver las etiquetas del “me gusta/ no me gusta” y la creencia de que en base a eso el mundo ha de ser de un modo determinado. Y esas ganas de comprender a fondo, esas ganas de aprender, deben hacerse presentes en todos los ámbitos de la vida y deben conectarnos con lo más profundo y auténtico en nosotros.

El yoga no es practicar unas posturas o unas respiraciones, aunque esté pensando en las ganas que tengo de la relajación final o lo que haré cuando llegue a casa. El yoga no se practica sólo en la esterilla, sino que implica el ejercicio de colocarnos una y otra vez como observadores: de las posturas, de la respiración, de las sensaciones internas, de los pensamientos durante la práctica pero también en el día a día. Cada momento, cada encuentro, cada situación es buena para la práctica del yoga y la práctica en la esterilla o sobre un cojín deberían ser un entrenamiento.

La práctica del yoga se fundamenta en el anhelo por descubrir cuál es la raíz de mi sufrimiento, cuáles son los obstáculos que bloquean el pleno desarrollo de mi ser y respirar, una y otra vez, preguntándome: ¿quién observa todo esto? Y darme cuenta de que no hay nada más allá que observe a este observador. El cuerpo es un medio que nos da muchísima información, pero esa información sólo puede desvelarse a la luz de la Conciencia, a la luz de algo que observa todo lo demás.

El 9 de noviembre, en Escuela Yoga Devas (https://www.yogadevas.com/actividades), a través del taller “Las raíces del yoga” profundizaremos en el sentido de nuestra práctica de yoga, dando así un marco que pueda enriquecer nuestra práctica e invitarnos a extenderla a nuestra vida. ¡Que el yoga no sea postureo sino un camino de sabiduría que nos guíe hacia la plenitud!

Imparte el curso Montse Simón (https://montserratsimon.com

Montse Simón es licenciada en Filosofía, diplomada en sánscrito y profesora de yoga.