Comer conscientemente/ ¿Qué es el hambre? (1)

2013-04-05

Son las 4:45 de la mañana y he estado sentada en posición de loto los últimos 30 minutos. Aunque para mí ha sido un momento, a otro puede haberle parecido una eternidad. Y aun me quedan seis sesiones más de 50 minutos diarios durante los próximos tres días… Estoy enseñando el arte de la cocina consciente y el Zen.

Comiendo

Entre mis alumnos hay católicos practicantes, laicos, budistas o musulmanes… El fondo de la cocina no es muy diferente del fondo del corazón. Quiero experimentar con los alumnos el Shojin Ryori -cocina vegetariana budista- en el contexto simulado de la vida diaria de un templo zen.

Dogen, el fundando Eihe-ji, nació en 1200 en una familia aristocrática en Kyoto y entró en el budismo a los 14 años. Creó un ashram donde empezó la práctica y más tarde se trasladó a un duro monasterio en la montaña. Dogen escribió libros y sutras que cubrían todos los aspectos de la vida cotidiana de un monje Zen, incluso los actos más mundanos como lavarse la cara o ir al baño. Pero él creía que la rutina diaria -en especial, la alimentación y la cocina- era la parte más importante del entrenamiento Zen Tenzo Kyokun (instrucciones de cocina). Fue el primero de los seis libros que escribió.

A las cinco de la mañana levanto a los alumnos y recitamos el Sutra al unísono. El acompañamiento rítmico con un gong gigante de madera hace un eco de graves y agudos que recuerda los tambores; la sala se amplía y los ruidos de los estómagos se amortiguan con la devoción. Después de una hora y media de caminar por los pasillos descalzos, mientras escuchamos en nuestra mente los mantras de la cocina, recogemos nuestro desayuno en recipientes de laca.

Diez de nosotros nos sentamos en posición de loto en una plataforma de madera que parece un tatami resucitado; nuestra alimentación forma parte de nuestra práctica. Cada paquete de arroz envuelto en pequeñas servilletas azules marino contiene en sí mismo una plegaria. Los diferentes cuencos lacados apilados parecen matrioskhas rusas; los palillos, la cuchara de repartir, todo tiene una simetría perfecta.

¿Qué es el hambre?

Mis alumnos experimentan el hambre en todas sus facetas… Eso nos lleva al primer diálogo: ¿Qué es el hambre en Occidente? Algunas personas creen que toda conducta humana está motivada por un egoísmo esencial. Incluso el altruismo podría ser incluido en esa categoría. La mayoría de nosotros adoptamos una actitud frente a las cosas en función de la motivación. Las causas principales de una conducta egoísta se encuentran en la satisfacción de los impulsos primarios esenciales para la supervivencia de la especie. El manejo de estos impulsos gobierna desde la ingestión de alimentos, líquidos, oxígeno hasta nuestra conducta sexual.

El hambre es uno de estos impulsos primarios; ha sido motivo de muchísimos experimentos para analizar la relación que existe entre los alimentos, apetito y hambre. Parece que nuestros apetitos se diferencian ya muy bien al nacer. Para que nuestro organismo pueda sobrevivir necesitamos equilibrar proteínas, carbohidratos, hierro, vitaminas y otros elementos. Una dieta saludable es aquella que contiene la cantidad suficiente de tales elementos para satisfacer nuestras necesidades. Pero cuando en la dieta falta alguna sustancia vital o emocional, se puede experimentar lo que se denomina una de las “subhambres”, y nuestra búsqueda de alimento en realidad está camuflada hacia la satisfacción de otro tipo de hambre.

Los siete tipos de hambre

-El hambre de los ojos: aquella que padecen los ojos que anhelan la belleza. Por ejemplo, cuando vemos una bandeja de postres en un restaurante y desearíamos comérnoslos todos. Una variante de este hambre es aquel que se sacia simplemente viendo belleza en la comida.

-El hambre de la nariz: todo aquello que se inhala por la nariz. Por ejemplo, entramos en una panadería y el olor del pan recién hecho hace que nuestra boca comience a ensalivar. La mayor parte de nuestros sentidos del gusto están relacionados con el olfato; así, cuando estamos resfriados perdemos el apetito. El hambre de la nariz se sacia simplemente con las fragancias.

-El hambre de la boca: es el deseo de sensaciones placenteras. A veces, la boca quiere cosas que son crujientes, otras suaves, frías o calientes, saladas o dulces… y así sucesivamente. El hambre de la boca puede quedar satisfecha por la sensación de tener la boca llena.

-El hambre del estómago: es la señal dada por el estómago para avisarnos que las necesidades de reabastecimiento de combustible están llegando a su fin. Algunas personas sienten el vacío en el estómago, pero la experiencia de todos no es lo misma; cada uno necesita una cantidad y tipo de alimentos diferente para poder satisfacer al estómago según su tamaño.

-El hambre celular: es cuando el cuerpo pide algo que está faltando. Por ejemplo, si el organismo carece de ciertas vitaminas, las células pueden tener antojos de ciertos alimentos que contienen esas vitaminas. El hambre celular es satisfecha por los elementos esenciales.

-El hambre la mente: se basa en los pensamientos y pueden empezar con «yo debo » o «no debo». Ejemplo, puedes pensar que debes comer huevos porque la proteína es buena. El hambre de la mente es rara vez satisfecha, ya que nuestra mente está siempre cambiando de parecer.

-El hambre del corazón: es el deseo de cierto tipo de alimentos en los que se encuentra consuelo. Por ejemplo, el alimento del alma puede asociarse a recuerdos de una reunión familiar o una persona. El hambre del corazón puede ser satisfecha por la intimidad.

Las Cuatro Nobles Verdades

No es necesario ser budista ni ir a ningún retiro de meditación para beneficiarse del Mindfulness -les digo a los alumnos-. Mindfulness es la habilidad que cultiva la atención plena. Mindfulness es ahora un concepto más popular, crecientemente aceptado y estudiado en diferentes ámbitos de la ciencia, salud, educación y alimentación.

Comer pacíficamente es una experiencia que implica todas las partes de nuestro ser en todo el proceso del alimento. Todos nosotros tenemos que comer, pero como la mayoría de las actividades que realizamos a lo largo del día, no ponemos atención alguna en el comer. Así comer se convierte a veces en un sufrimiento (antes, durante y después), sea por exceso o defecto. Aprender a comer conscientemente puede ayudar también a transformar nuestro sufrimiento mental y a renovar la salud esencial.

Tras su “despertar” Buddha conoció que la verdad de su experiencia era muy difícil de transmitir a los demás, y durante unas semanas estuvo en reclusión voluntaria. Finalmente pudo ver que existían personas que podían también alcanzar la iluminación y entonces empezó su actividad para guiar a otros.

En el primer discurso (Sutta) que dio Buddha estableció las bases para la comprensión de la realidad del sufrimiento y su cese. Estas bases se conocen como Las Cuatro Nobles Verdades, las cuales constatan la existencia de lo que en el budismo se llama Dukkha -o cómo vencer la naturaleza angustiosa de la existencia-. Aquí las relacionamos con el hambre y el alimento:

1. No hay sufrimiento (el problema). La Primera Noble Verdad reconoce que la vida es fundamentalmente insatisfactoria, ya que es frágil. Lo que pesa o lo que comes no puede proporcionar el alimento que dura, ya que siempre está cambiando. Nada te satisfará eternamente.

2. La causa del sufrimiento es el apego al deseo (el diagnóstico). La Segunda Noble Verdad reconoce la causa del sufrimiento como la tendencia equivocada de entender el placer y rechazar el dolor. El hambre emocional se hace más profunda y más dolorosa cuanto más se lucha contra ella.

3. El sufrimiento termina por soltar el apego y al deseo (el pronóstico). La Tercera Noble Verdad reconoce que la liberación del sufrimiento es posible. Se alcanza mediante el abandono de apego al deseo, que se une a la costumbre de buscar alimento donde no se puede encontrar.

4. El Noble Óctuple Sendero describe cómo dejar de lado lo superfluo, y así terminar con el sufrimiento (el plan de tratamiento). La Cuarta Noble Verdad contiene las recetas para el alimento emocional que ofrecen una satisfacción duradera. Las habilidades y cualidades que aprender en este camino son el alimento para el corazón al que el Buda se refería cuando dijo que este tipo de alimentos dura para siempre.

Por Koncha Pinós- Pey Ph.D.

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