Yoga como método antiestrés… o la confusión en la que vivimos

2019-10-24

Paradógicamente, cuanto más se populariza el yoga, peor se comunica. ¿Quiénes son los culpables de tanta confusión y mezcolanza de ideas? ¿Los medios de comunicación o las propias fuentes que no acertamos a explicar lo esencial de una disciplina compleja? ¿Por qué cuesta tanto entender que el yoga es un conjunto de prácticas que benefician integralmente a la persona? Escribe Pepa Castro.

Recomendar la meditación como método antiestrés o relajante es de un reduccionismo sonrojante, pero utilizarlo para extraer mayor rendimiento laboral de las personas ya es una banalización de juzgado de guardia.

Pero mejor juzguen ustedes lo que se escribe en este articulo de El País: ‘Namasté’, la fiebre zen en el mundo del dinero de São Paulo

Los medios de comunicación en general hablan mucho de yoga pero parece que entienden muy poquito, pues siguen tratándolo como algo extravagante, místico, cuando no lo asocian directamente con la superchería. Solamente lo muestran en su cara más «tolerable» cuando lo presentan a modo de ejercicio o actividad física amable que recomiendan algunos médicos para las molestias de espalda o para relajarse.

Hace tres días, de nuevo el periódico El País volvía a la carga con el tema de las pseudoterapias en este artículo titulado Por qué el yoga está en la lista de posibles pseudoterapias. Si el anterior artículo era de juzgado de guardia sembrando confusión, este es de locos.

Una empieza a leerlo con la esperanza de encontrar algo así como una respuesta medio sensata al desatino oficial de incluir al yoga en una lista negra de pseudoterapias… pero al acabarlo solo aumenta la sensación de confusión y sinsentido con la que se envuelve al venerable y respetable yoga.

Una muestra:

«Mientras se mantengan (en referencia a las prácticas de yoga) en el ámbito de la relajación, el bienestar o el ejercicio no hay ningún problema, pero a veces se convierten en vías de acceso a diferentes pseudoterapias y se les intenta atribuir capacidades que no tienen o no se les han demostrado», dice la presidenta de la Asociación para Defender al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas.

Y la cosa empeora al avanzar en la lectura. En la última parte, que titulan «La meditación, un imán para las sectas», se dice: «Y el yoga no es la única práctica donde se ocultan embaucadores. La meditación, que también se encuentra en el listado de terapias en evaluación a pesar de contar con estudios científicos que la respaldan —como uno de la Universidad de Melbourne que apunta a que esta práctica puede ser útil para ayudar con problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y el estrés—, se trata de otra disciplina detrás de la que se esconden charlatanes y timadores. Hay clases de mindfulness que pueden ocultar estafas en formas de cursos, retiros y ‘terapias sanadoras’ por precios desorbitados que superan los varios cientos de euros».

¿En serio? ¿Ustedes lo creen? ¿Conocen o han visto tales estafas? Las habrá, pero no más ni peores en el yoga que en los seguros o en los alimentos precocinados, por decir algo. Pero tales comentarios describen la meditación como un mundo peligroso plagado de individuos sin escrúpulos dispuestos a asaltarnos.

¿Se puede divulgar el yoga sin deformarlo?

Una cosa es que se utilice la palabra yoga para vender inventos donde se mezclan fitness, DJ’s y postureo chill out (cosa que, sin embargo, sí está ocurriendo pero que curiosamente solo parece alarmar a unos cuantos veteranos yoguis), y otra que abunden los timadores que invocan el yoga para ofrecer milagros a enfermos desahuciados y desesperados.

¿Qué sucede? ¿De dónde sale tanta información inexacta y confusa, en el mejor de los casos, y tóxica en el peor?

Es responsabilidad de quienes nos dedicamos al yoga como transmisores de información y/o enseñanzas explicar con suficiente amplitud y exactitud en qué consiste el yoga y el hatha yoga, qué objetivo persigue, cuáles son sus beneficios, que tipo de prácticas y estilos abarca y, sobre todo, de qué mejor manera podemos incorporarlo a nuestra vida hoy día. Y hagámoslo desde la normalidad de un sector formado por numerosos profesionales, centros y escuelas muy especializados que imparten un yoga de calidad destinado a optimizar la unidad (cuerpo, mente y espíritu) del ser que lo practica. Eso es lo que abunda en nuestro país, mucho más que los pseudoyogas y desde luego que las yogaestafas.

Es evidente que la sociedad actual tiene interés hacia el yoga, así que debemos aprender a divulgarlo sin rebajarlo a un simple ejercicio relajante o gimnástico pero tampoco elevarlo a doctrina impenetrable difícilmente aplicable a la mentalidad de nuestros días.

Queremos conocer su opinión y sus ideas en este sentido. Pueden escribirme a pepacastro@yogaenred.com y seguiremos en contacto.

Pepa Castro es codirectora de YogaenRed.