Entrevista con Javier García Campayo: «Lo que ha hecho mindfulness es manualizar la meditación»

2015-01-26

Este psiquiatra es uno de los más reputados impulsores del mindfulness en España. Lo define como «meditación concentrativa», una técnica simplificada basada en la meditación, fácil de aprender y de practicar, para vivir con más felicidad el presente. Y desprovista de toda connotación religiosa, budista o hinduista. Es una entrevista de Yoga en Red.

Javier Garcia Campayo

Psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, es también profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad de esta ciudad. En su carrera se ha especializado en ansiedad, depresión, trastornos psicosomáticos, dolor crónico y fibromialgia. Además forma parte de un grupo de investigación en atención primaria del que coordina el área de salud mental a nivel nacional.

Con 18 años practicaba meditación budista y artes marciales. Luego empezó a estudiar Medicina y, posteriormente, Psiquiatría y estuvo seis meses formándose en Manchester y en Canadá. Allí, corriendo el año 1993, conoció el mindfulness. Lo primero que pensó fué: “Esto jamás llegará a España”.

¿Qué te hizo pensar eso?
Ver a médicos,  psiquiatras y psicólogos hablar de meditación indicaba un grado de apertura absolutamente impensable para la España de hace 20 años. Ahora en España nos  parecen normales cosas que eran completamente infrecuentes 20 años atrás.  Un médico que meditaba era extraordinario.

Ahora lo sigue siendo, en general…
Sí, sí, ahora simplemente se le considera peculiar, pero en aquella época existía el riesgo de exclusión total, no se podía decir más que a los amigos más íntimos dentro de la profesión. Yo conocí el mindfulness, entonces, como una psicoterapia desprovista de todo lo religioso y convertida en una técnica científica. Seguí en contacto con psiquiatras de Estados Unidos que practicaban mindfulness en esos años 90, pero en aquella época todavía era difícil pensar en introducirlo en España, por el posible aislamiento por parte de la profesión y de la comunidad científica.

¿Cuándo incorporas el mindfulness a tu actividad profesional?
A partir del año 2000 mindfulness empezó a eclosionar lentamente en España. A finales de esa década, Vicent Simón empieza a escribir algunos libros sobre el tema, y algunos pioneros del mindfulness en España, como Ausiàs Cebolla en Valencia o Joaquim Soler en Barcelona, comenzaron a trabajar sobre ello. Un grupo de amigos que coincidimos en torno a mindfulness formamos un equipo de investigación a finales del 2012. Pudimos investigar en mindfulness gracias a que ya teníamos una trayectoria investigadora potente en otros temas, porque si nos hubiéramos dedicado a investigación y docencia solo en mindfulness, nos hubiese costado mucho más trabajar sobre ello.

¿Cómo defines mindfulness?
Sobre todo como meditación concentrativa. Es decir, centrar el foco de atención -puede ser en el cuerpo o en  la respiración- y observar los fenómenos mentales.  Lo que ha hecho mindfulness es manualizar la meditación, estructurarlo en siete u ocho sesiones de hora y media, y en formato grupal, que es más eficaz y coste-efectivo.

Mindfulness ha prescindido de toda la parte religiosa de la meditación tradicional, dejando solo la técnica, simplificada y accesible al occidental, y que se puede hacer en un periodo de tiempo razonable. Es fácil de aprender y de practicar y no tiene ninguna connotación religiosa, ni budista ni hinduista; es decir, no entra en conflicto con otras ideas o creencias previas de las personas.

¿Cómo estás aplicando minfulness ahora en tu profesión?
Hace cinco años empecé a trabajar en ello. Hemos creado un Master de Mindfulness en la Universidad de Zaragoza, que es el primero que hay en España, de momento.  El grupo de investigación que hemos formado con Ausiàs Cebolla y Joaquim Soler empieza a ser reconocido a nivel internacional. Nuestro mayor objetivo es introducir mindfulness en el sistema sanitario, formando a médicos y enfermeras en este tema, porque empiezan a estar muy interesados.

Mindfulness surge en Estados Unidos, dentro de la medicina privada de pago, para personas de elevado nivel sociocultural. No estaba diseñado para aplicarse en la atención primaria de los sistemas universales y gratuitos europeos. Por tanto, hay que adaptarlo e implantarlo en el entorno de la atención primaria, facilitándolo y haciendo más sencillas y breves sus técnicas.

Para que pueda ser una terapia a la medida de todo el mundo y de las circunstancias que vivimos…
Sí, de la gente que está estresada y lo pasa mal. Mindfulness puede servir para muchos objetivos, para ansiedad y depresión y también para personas que no tenemos una patología concreta pero estamos estresados, cansados, inquietos, o no nos encontramos bien.

¿Te gusta la traducción de minfulness como atención plena?
La verdad es que es difícil encontrar una buena traducción. Mindfulness no es meditación;  es un estado de conciencia que se alcanza mediante la meditación, por eso no es exactamente lo mismo. Mindfulness lo utilizamos para evitarnos problemas de traducción, pero es un anglicismo que habría que cambiar.

¿Qué dice la investigación sobre su eficacia?
En solo ocho semanas empieza a haber áreas del cerebro frontal  que se refuerzan y consiguen modular la ínsula, que es la parte del cerebro que regula las emociones. O sea que hay más control consciente de las mismas, con lo cual no nos dejamos atrapar tanto por ellas, no nos hacen sufrir tanto. Hay cambios que se ven en estudios con neuroimagen en personas que han hecho meditación, con solo ocho semanas de práctica.

¿En solo ocho semanas se empiezan a percibir los efectos?
Exactamente, tanto psicológicos como también la repercusión cerebral que se observa mediante neuroimagen; es decir, hay una evidencia científica. Ahora lo que estamos viendo es cómo simplificarlo al máximo, cómo aumentar la eficacia, en qué situaciones o enfermedades va a ir mejor, a qué pacientes concretos les conviene más… Hay personas que tienen más dificultad para hacer meditación basada en el cuerpo y prefieren concentrarse en la respiración; otros que prefieren hacer más compasión,  un tipo de meditación que se está desarrollando como terapia complementaria a mindfulness, y que es muy interesante.

Suele decirse que la meditación, en general, no es recomendable en casos de patologías de la mente…
Eso se pensaba, pero no es exactamente así.  En el grupo de pacientes que hay que tener cuidado es en los psicóticos, en la esquizofrenia, pues pueden tender a tener más alucinaciones o delirios. Con las demás enfermedades -depresión, dolor, ansiedad, trastornos obsesivos- se puede utilizar la meditación perfectamente, solo que insistimos más en unos aspectos que en otros. Por ejemplo, en la ansiedad es muy importante la relajación muscular porque hay mucha tensión; en depresión, en la que son muy frecuentes la rumiaciones (estar pensando en el pasado, la culpa, etc), enfatizamos la meditación sobre la respiración. O sea, se hace una adaptación a cada patología. Incluso para la esquizofrenia se están intentando hacer unas meditaciones muy cortas, más dirigidas, centradas en algún objetivo específico, pero eso deben hacerlo personas con experiencia en esos pacientes.

Esta terapia de ocho semanas, ¿qué tipo de profesionales la aplican?
Hay dos niveles de formación o de aplicación. Cuando es para gente sana, no hace falta tener una formación especial médica o psicológica. Así, se está utilizando mucho el mindfulness en educación, tanto en  universidades como escuelas; en empresas, para evitar el “quemado” o estrés laboral, etc. Para eso  no hace falta ser médico o psicólogo, sino que basta con una buena formación en mindfulness. Pero si se va a tratar a pacientes, es lógico que lo haga un médico, psiquiatra o psicólogo que tenga experiencia en ese tipo de pacientes y que se haya formado en mindfulness.

Es muy importante decir que, como toda práctica, exige un esfuerzo y constancia, consistencia…
Uno de los problemas que tenemos con el mindfulness son los abandonos. Al año, solo el 30% o el 40% sigue practicando. La gente se cansa, aunque compruebe los beneficios, porque exige un cambio de estilo de vida, de hábitos, y perseverar en ellos, como ocurre con la dieta sana o el ejercicio.

Y cuando uno tiene un mal día o está especialmente agitado, ¿mindfulness le sirve?
Sí, sí, en eso quiero insistir. Se dice que meditamos para no meditar. Es decir, hacemos meditación formal (dedicando algunos minutos al día de forma específica), para poderla utilizar en casi todos los momentos de la vida diaria: en momentos de estrés, de enfado, de tensión, etc.

Hay unas prácticas muy cortas -una se llama de “los tres minutos”- que pueden hacerse en cualquier ocasión y te relajan, y se pueden aplicar en la vida diaria, en situaciones de estrés o aprovechando situaciones rutinarias. Si estás esperando en la parada del autobús, en vez de despotricar porque el autobús llega tarde, puedes cerrar los ojos y hacer una meditación corta. O también cuando cocinas o cuando friegas los platos puedes aprovechar para hacer unos minutos de meditación. Solo con poner la atención en lo que estás haciendo, cambia la perspectiva. En vez de pensar “qué aburrido es fregar”, si estás atento a todo lo que sucede en ese momento puede ser una meditación apasionante.

Eso es mindfulness para ser más felices, ¿no? O para disfrutar más de la vida que tenemos, que es tan corta.
Ese es el tema. Nosotros insistimos mucho en eso. Hay un aspecto de terapia en mindfulness, pero creemos que casi es más útil para cualquiera que quiera ser más feliz en su día a día y estar más en las cosas que está.

Sí, porque el gran problema es que con frecuencia vivimos ajemos a nosotros mismos…
Exacto, estamos haciendo una cosa y pensando en otra, y eso es una fuente de infelicidad  porque no estamos en lo que estamos. Hay un estudio muy interesante publicado en Science en el que se preguntaba por teléfono a 7.000 personas lo que estaban haciendo en ese momento, qué estaban pensando, si eran felices en ese instante. Y la conclusión fue que solo era feliz el 40% de la gente, y que la mayoría de ese porcentaje estaba pensando en lo mismo que hacía.  El otro 60% pensaba en otras cosas y no disfrutaba de lo que hacía, fuera lo que fuera.

Desde la atención plena, comer por ejemplo es apasionante, pero somos incapaces de comer solo comiendo, sin ver la televisión, hablar, etc. Por eso comemos de más y engordamos,  porque no llegamos a percibir cuándo estamos llenos.

Se puede decir que mindulness nos ayuda a vivir más felices.
Sí, la gente lo dice en los cursos. En Estado Unidos hay un movimiento muy potente, el Mindful movement, para que la gente de la calle haga minfulness, porque cambia el clima social y aumenta la compasión. Y digo compasión no como se entiende en español, que parece denotar que el compasivo es superior al otro, sino como el deseo de que los demás sean felices y se liberen del sufrimiento, pero desde un sentimiento de igualdad. Mindfulness facilita esa compasión porque te conectas más contigo mismo, conectas más con el planeta y con todos los seres humanos. Eres más consciente del sufrimiento de los otros, pero no te vuelves pesimista, al contrario; te das cuenta de que merece la pena vivir pese a ese sufrimiento y tienes la sensación de querer ayudar a la gente y de sentirte unido a ella.

Tich Nhat Hanh habla de “interser”, de sentirte un ser junto con toda la humanidad, lo que te da una sensación de felicidad y bienestar muy especial.

La compasión tiene mucho poder para cambiar la sociedad…
Sí, sí. Los que nos dedicamos al mindfulness pensamos que la gran revolución de la sociedad no vendrá por los políticos, sino cuando la gente practique mindfulness y compasión, y cambie su pequeño entorno. Si yo estoy bien, mi entorno estará bien, y eso se va expandiendo de forma progresiva , de forma que el mundo estará bien. Las sociedades vivirán y dejarán vivir, que es de lo que se trata.

¿Cómo relacionas yoga con mindfulness?
Las técnicas mente/cuerpo, como yoga, taichi, qigong, son mindfulness puro. Quien está haciendo yoga, está haciendo mindfulness. Lo que pasa a veces  es que cuando estamos haciendo una de estas técnicas, en vez de disfrutar de las sensaciones corporales estamos pensando en que no lo hacemos todo lo bien que debemos , o peor que el de al lado; ahí ya hemos perdido mindfulness. Las técnicas mente/cuerpo son perfectas si logramos tener la actitud adecuada.

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