Historias de Ramiro (que nos las cuenta en vídeo)

2014-01-16

Recién asistí en la ciudad de Málaga a una conferencia de Ramiro Calle en que, de un modo tan oriental, ilustraba su discurso con jugosos cuentecillos. Escribe Joaquín G. Weil. Foto y vídeo de Jorge Zapata.

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Dando una vuelta más de tuerca, sucede que, acostumbrados a concluir enseñanzas de las narraciones y fábulas, queremos del mismo modo extraer enseñanzas de los momentos estelares que nos ocurren a cada cual en nuestras vidas. En ocasiones acontece que la moraleja de los acontecimientos es clara y directa. Otras veces las anécdotas se quedan como un enigma o koan oriental suspendido en el aire a la espera de su difícil desciframiento.

Conocí a Ramiro Calle en el mostrador de urgencia en el Aeropuerto de Madrid. Nos habíamos saltado las colas intentando que un chaqueta roja nos colara por allí. Era la última y apurada oportunidad para no perder nuestros vuelos a India, vía Suiza. Hicimos las presentaciones apresuradas mientras lanzábamos las maletas sobre la cinta transportadora del check in. Y ahí tienen a sus humildes servidores Ramiro Calle y Joaquín G. Weil filosofando a la carrera por los largos pasillos de las terminales aeroportuarias mientras escuchábamos por la megafonía los «últimos avisos de embarque para los señores pasajeros».

Para mí esta historia había comenzado antes, en la madrugada castellano-leonesa donde, eligiendo la mejor opción, tomé el bus directo Valladolid-Barajas.

Como el vuelo transcontinental, a lo que parece, no me ponía nervioso, acostumbrado como estaba a mis relajaciones yóguicas, me desperté en la desierta cochera de la línea conforme el conductor se bajaba. El aeropuerto había quedado lejos atrás y yo me había pasado en un sueño varios pueblos hasta el final de los finales del trayecto.

Y ahí me tienen, contra todo pronóstico, con un billete a la India, en algún polígono del extrarradio de Madrid. Como iba diciendo, seguro que esta historia también tiene su moraleja, en esta ocasión quizá su parte cómica, si se le sabe ver ese lado en el momento. Y tal vez su algo de historia de autosuperación y confianza pues, con todo, conseguí embarcarme en aquel avión a la carrera junto a un Ramiro Calle, como yo, sudoroso.

Joaquin_RamiroCalle

La conferencia de «La Térmica»

Volviendo a la conferencia que ofreció en «La Térmica» de Málaga este gran pionero del yoga, me gustó de él su actitud atenta, que no era la de soltarnos su rollo y marcharse a casa con los emolumentos. Sino que se empeñó personalmente en que el público se acomodara por los pocos espacios vacíos que quedaban libres en la atiborrada sala. Y pareció fluir con todo lo bueno que iba pasando, momento a momento, como sus mismas palabras recomendaban.

El fotógrafo de prensa Jorge Zapata, que me acompañaba, me dijo luego que a Ramiro se le podrían hacer, como a cada cual, sus críticas o reparos, pero una cosa estaba clara: su discurso es coherente y limpio.

Hace poco vi a un violinista que tocaba en la noche solitaria, junto a la Alcazaba y el Teatro Romano, frente al Museo Picasso, en la ciudad natal del pintor. Los viandantes ya se habían ido a casa y parecía que tañía su instrumento no tanto por recoger unas monedillas sino por el puro placer de hacer sonar la música. Y se me figuró como si aquella hermosa melodía fuera toda una metáfora de la lucha de lo bueno y lo bello en contra de las tinieblas de la noche, símbolo tal vez de todo lo mejorable que pueda haber sobre la tierra.

Del mismo modo pienso que todas estas charlas, vídeos y libros de Ramiro Calle son su particular empujoncito, su aportación personal hacia un mundo mejor.

Después de la conferencia, leí en los rostros de los asistentes una cierto sosiego, conforto y confianza, cualidades todas que se llevarían a sus casas a compartir con sus familias, pareja o amigos (o siquiera con sus animales domésticos o consigo mismos).

Y ahí queda, en cualquier caso, el vídeo que hizo Jorge Zapata con las historias de Ramiro, pienso yo, una manera deleitosa y amable de ponerse en la senda de la serenidad y el contacto con la propia sabiduría que se atesora dentro de cada hijo de vecino.

Joaquin Garcia Weil (Foto: Vito Ruiz)Quién es

Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.

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