Entrevista con Arjuna: «El yoga debe adaptarse a cada persona, y no al revés»

2013-09-16

Cuando llegó al yoga, Arjuna recuerda que este estaba aún sin desarrollar: “Se había tomado el modelo indio y se hacía un asana tras otro sin un proceso de interiorización”. Esa forma de transmitir de «esto se hace así, repítelo» se ha impuesto hasta hoy. Por eso Arjuna aboga por un yoga creativo que se  fije más en la esencia y menos en las formas. Entrevista Yoga en Red.

Arjuna

Julián Peragón Arjuna empezó a hacer yoga en el año 76, con 16 años. “Había muerto Franco pero la sociedad estaba cerrada al exterior. La gente tenía necesidad de despertar, de abrir, de probar”, recuerda. Algunos años más tarde Arjuna empieza a recibir clases de Josep Berneda, experto en Viniyoga y alumno directo de Desikachar.  «Era un enfoque del yoga que hablaba de adaptase a cada persona, el yoga más terapéutico, el menos vistoso, menos de posturas y más de escucha”. El yoga que, muchos años más tarde, hoy día, Arjuna aplicaría en sus propia escuela, Yoga Síntesis.

¿Qué recuerdas de la época que empieza a popularizarse el yoga en España?
Profesores que viajaron a la India tomaron el modelo hindú y lo aplicaron sin ningún filtro aquí, en Occidente. Creo que ese cortar y pegar ha hecho mal porque no se ha personalizado ni adaptado el yoga. Se empiezan las clases sin ningún tipo de entrevista previa ni ficha de salud, y entonces no se puede enfocar el yoga a la persona según su problemática, sus necesidades, el estilo de vida y el trabajo que hace.

Quizás ha sido necesario pasar por esa etapa de divulgación para que todo el mundo conozca el yoga, desde los niños a los abuelos, pero ahora hace falta dar un paso de madurez y de profundidad. No se trata de que todo el mundo haga yoga sino de que cada uno encuentre el yoga que necesita.

La verdad es que eso suena revolucionario, por lo infrecuente. ¿Cómo ha de ser ese yoga personalizado?
Yo abogo por un yoga creativo, que preserva la base, la esencia, pero después se adapta al aquí y ahora. Yo estoy desarrollando ahora el yoga en silla porque me he dado cuenta de que la gente mayor, la gente con limitaciones, o la que va en silla de ruedas, no puede coger la esterilla ponerla en el suelo y trabajar bien, porque evidentemente la musculatura acortada bloquea el diafragma e impide una buena respiración. En cambio, en la silla se puede hacer el trabajo perfecto porque la vertical sobreviene con mucha facilidad. Los isquiones se colocan bien en el asiento, y sin apoyar la espalda en el respaldo, podemos hacer todos los movimientos de la columna. Se puede hacer un yoga muy sencillo y también más avanzado con la silla como elemento de regulación e intensificación paralelo a la práctica en la esterilla.

Claro, la silla no forma parte de la cultura en India, que es una cultura de sentarse en el suelo. Incluso el cuerpo indio no es el nuestro; ellos pueden hacer con mucha facilidad Padmasana, la postura del Loto, en cambio nosotros nos hacemos daño, incluso nos rompemos meniscos, por tratar de imitar a personas que tienen otra cultura.

Por tanto, defiendo ese yoga creativo en el cual no nos fijemos tanto en las formas pero sí en la esencia.

Has hablado alguna vez de las tres  orientaciones que ha de tener el yoga…
Una es la salud activa. La persona gestiona su propia salud a través de una técnica milenaria que es el yoga, y no se somete pasivamente a una terapia o tratamiento (del tipo que sea). Mi primer profesor decía: “Aquí no venís a hacer yoga sino a aprender yoga; el yoga lo tenéis que hacer en casa”. Hoy día, mayoritariamente, el alumno es cliente. Viene a recibir un servicio: relajarse, estirarse respirar. En la tradición el yoga era pedagogía; se te enseñaba a comprender tu cuerpo, a gestionar tus tensiones y a no depender, porque si siempre hemos de depender del profesor o profesora de yoga, estamos renunciando a la autonomía. Deberíamos dar un salto para que las personas que vienen a nosotros sean también alumnos, no solamente clientes. Esa es la primera orientación del yoga: conquistar la salud con el propio esfuerzo, cada mañana, relajándome, estirándome, meditando.

¿Y la segunda orientación?
Es la de aprovechar el yoga como un espejo para reconocer mi actitud, madurarla y poder crecer personalmente. Porque gran parte de las tensiones del cuerpo no son solo físicas; son emocionales, de actitudes. Cuando se habla de svâdhyâya, autoindagación, es una manera de comprenderse a uno mismo, de saber quién soy yo, cuál es mi verdadera naturaleza. A partir de aquí los errores de visión, de cálculo en la vida, se aclaran y uno deja de tener tantos problemas innecesarios, porque el yoga, de alguna manera, es una respuesta al sufrimiento.

¿Y la tercera orientación?
Cómo retomar la dimensión espiritual de la vida, que no significa seguir una religión, un dogma, sino la comprensión de que lo espiritual es un religarse con algo mayor: la vida, la totalidad. Y también que no basta solo con experimentar, sino que hay que sacar jugo a la experiencia. Eso es sabiduría, la puerta de entrada a la espiritualidad. Siempre que intentamos conectar con algo mayor y dar sentido a lo que vivimos, estamos siendo profundamente espirituales.

Uno de los problemas del profesor o profesora de yoga es que no sabe abordar la dimensión espiritual sin entrar en clichés excesivamente manidos y que recuerdan a esa iglesia que ha sido más controladora que inspiradora. Pero yo creo que tenemos que abordar directamente ese anhelo espiritual que está en cada uno de nosotros. Si solo hacemos práctica y filosofía, entrañas y cabeza, nos quedamos sin corazón. Y el corazón del yoga es espiritual.

¿Cómo va trabajando el yoga de lo físico a lo emocional y mental?
El trabajo físico se necesita porque es la puerta de entrada al trabajo interior. Hay un todo integrado. Cuando hacemos asana hay también una atención respiratoria -pranayama- y una atención mental -dharana/dhyana-. Al meditar también estamos haciendo asana y pranayama.

Sobre todo hay que entender que asana es solo un soporte de atención. Más allá de la técnica, que es necesaria, hay que intentar profundizar en la vivencia del asana. Yo te puedo presentar un pastel muy bien cocinado y realizado, pero lo importante no son los ingredientes sino cómo lo digieres tú. ¿A ti cómo te sienta Uttanasana o Trikonasana? Esa vivencia de la postura es finalmente lo real, cómo la vas integrando. A partir de ahí vas abriendo espacios de sensibilidad, trabajando sobre tu ego en cuanto conocimiento y diálogo con tus límites. Pero sobre todo utilizas la postura para estar presente, para hacer un cortocircuito en la agitación de la mente.

¿Cómo aplicas en la práctica el yoga personalizado?
A través de una buena integración entre clase grupal y clase individual. La clase individual, más frecuente al inicio, es la manera de ajustar tu práctica personal. Los profesores identifican tus puntos de tensión y te indican la adaptación que tienes que hacer de diferentes posturas cuando estás en clase grupal. Eso te aporta la seguridad, la confianza, para poder no seguir de forma automática lo que hace el grupo. A partir de esas propuestas de los profesores, puedes ir ajustando y regulando las posturas. Unos alumnos utilizarán los recursos del mismo cuerpo y otros elementos externos de regulación como la pared, la silla, la cinta, el bloque, la manta. Bienvenidos sean estos elementos porque nos llevarán al punto que buscamos, el que Patañjali llamó sthira suka, el equilibrio entre la estabilidad de la postura y la comodidad o el abandono dentro de la postura.

¿Un consejo para el practicante que siente que no avanza en el yoga?
Una idea liberadora: el yoga es un proceso interno, no tenemos nada que demostrar. Hay alumnos que dicen: “No sé si tengo nivel para hacer una formación de yoga”. Claro que sí, porque no te tienes que adaptar tú al yoga, sino que el yoga se adapta a ti, al momento en que estás. Y no existe eso de “hacerlo bien o mal”, a menos que haya un movimiento que sea perjudicial.

No hay nada que demostrar. El yoga no es competitivo; es un proceso interno que nos libera de complejos, de tensiones, y nos lleva a esa experiencia interna de calma mental y de escucha de nuestra propia naturaleza.

¿Cómo valoras los yogas llamados “modernos” que están surgiendo, lúdicos y creativos?
Hay que ver atender más a la persona que transmite que al nombre o al título del yoga que hace. Porque si realmente uno vive el yoga con pasión y con profundidad, haga lo que haga lo que va a transmitir es esa entrega interna. Y eso va ayudar a que esa persona viva un proceso de formación. Entonces, no creo que haya tanto problema en las diferentes formas que adopta el yoga como en la filosofía que hay detrás de cada una.

Hay yogas que hacen competición, y eso es perder el norte. Pero sí creo que en el yoga puede haber objetivos menores que forman parte del proceso. Por ejemplo, el yoga terapéutico es fantástico, pero el objetivo profundo del yoga no es la terapia, y si sólo lo enfocamos a este nivel, nos estamos perdiendo la liberación de la conciencia que es lo que busca el yoga. Entonces. hay que ver si junto a los objetivos menores está el objetivo principal, y sí es así, creo que no hay ningún problema.

¿Por qué sentiste la necesidad de crear tu propia escuela, después de muchos años en Sâdhana?
Una diferencia de un centímetro en el centro del océano puede convertirse en kilómetros cuando avanzas hacia la costa. Si te das cuenta de que tu enfoque y tu ideología es diferente, tienes que dar un salto y hacer lo que te dicta tu corazón. Es ley de vida; caminamos juntos un trozo del camino, pero después la visión se abre y cada uno tiene que seguir el propio. Yo estoy agradecido a todas las escuelas y profesores que me han ayudado, pero ahora estoy feliz de poder enfocar el yoga en el que creo, el de la escucha, un yoga creativo y abierto, ecléctico.

Eso es Yoga Síntesis: tomar lo mejor de cada tradición. El purismo no se sostiene, porque el yoga que se hacía en el siglo II no tiene nada que ver con el que se hacía en el siglo X, cuando apareció la corriente tántrica, ni con el que se hace ahora en Oriente y en Occidente. El yoga se ha ido transformando, ha ido tomando diferentes aportaciones. ¿Por qué no vamos a hacer fusiones, siempre respetuosas, que van dando forma al yoga y le hacen más efectivo? En Yoga Síntesis hacemos un yoga estacional, para el otoño, el invierno, la primavera y el verano. Eso está tomado de la cultura china, porque en la India las estaciones no son tan marcadas como aquí.

Creo en esa síntesis, pero bien hecha y sin salirnos de lo esencial. Para nosotros los Sutras de Patañjali son el esqueleto de nuestro enfoque del yoga, no nos apartamos ni un milímetro. Pero la forma que adopta ese yoga tiene que poder cambiar.

Si el yoga no es inteligente y se queda en la superficie, no va a ningún sitio. Creo en una pedagogía del yoga, en encontrar el porqué de cada cosa que hacemos, y de esta forma nuestra inteligencia colabora con el proceso de autorrealización. El yoga de “esto es así, repítelo” era una enseñanza tradicionalista básica, pero ya hemos despertado a un nivel de discriminación en el que es necesario que todo lo que hagamos sepamos de dónde viene y a dónde va.

Nota: A partir de hoy, cada lunes publicaremos un nuevo artículo a cargo de Arjuna sobre «Pedagogía del Yoga».