Profundiza en el yoga con Swami Sivadasananda

2014-09-29

Dos jornadas muy especiales con Swami Sivadasananda, el sábado 4 y el domingo 5 de octubre, en el Centro Sivananda de Madrid.

Swami Sivadasananda

El sábado 4 de octubre:
–a las 16:30, Taller de asanas y pranayama: Profundizar las variaciones asimétricas
–a las 19:00, Meditación en grupo (Satsang): Claves prácticas para la Meditación

El domingo 5 octubre:
–a las 16:30, Clase de asanas y pranayama: La expansión del aliento
–a las 19:00, Meditación y conferencia: Historias inspiradoras de las Escrituras

Swami Sivadasanana, Yoga Acharya, discípulo de Swami Vishnudevananda. Enseña con sencillez, humor y experiencia en el Centro Sivananda de Madrid desde hace 30 años.

Recordemos sus declaraciones en la entrevista publicada en mayo en Yoga en Red:

Usted conoce por su cargo la evolución del yoga en diferentes lugares del mundo. ¿Qué destaca de ello?
El yoga pasó desde la India a Norte América, especialmente a California; de ahí a la costa Este; y de ahí a Europa. Pero dentro de Europa ha llegado a todos los países de manera simultánea. El desarrollo del yoga a nivel europeo es muy, muy equilibrado. Lo que vemos en España, Alemania, Francia, Inglaterra es muy similar, pero todo suele ser un reflejo de lo que pasa en Norte América. Y luego, por supuesto, están las escuelas tradicionales que tienen sus lazos directos con la India. Nosotros también.

¿Considera entonces que la evolución en Europa es muy similar?
Es muy masiva en ciertos países como Reino Unido, Alemania, Francia (algo menos), con lo cual se ha creado un tipo de mercado de yoga muy diverso. Aquí en España también sucede, pero lo veo muy positivo porque hay muchas puertas abiertas, para mucha gente de muchos sitios y de muchos niveles de formación.

¿Cual la esencia del Yoga Sivananda?
Casi nos rendimos a la palabra “yoga Sivananda”, pero en el fondo no nos gusta. Swami Sivananda decía: “No hagáis de mí una religión, no hagáis de mí un sistema. Yo no soy un sistema; el yoga es el sistema”.

Lo que nos diferencia de otros acercamientos es la síntesis del yoga, los cuatro caminos, desde ásanas, pranayama, relajación y dieta hasta la meditación, la filosofía y la cultura hindú como un elemento para ver la tradición del yoga enraizado en la sociedad. Aunque la sociedad hoy en día en Occidente no tiene nada que ver con la sociedad antigua de la India, el sistema filosófico abstracto del yoga, de las escrituras, ha pervivido durante cientos de años, y esto es algo interesante a conocer.

El yoga empezó a enseñarse en Occidente hace solo 50 años, así que podríamos decir que es casi un adolescente. Hay mucha improvisación porque intentamos adaptar la enseñanza a nuestras sociedades. Primero hay que entender la evolución del yoga en la India, luego la inmensa diferencia entre la India y Occidente, y por fin los valores auténticos del yoga adaptados aquí. No está acabado el proceso.

¿Qué faltaría, para culminarlo?
Nunca se acaba, el yoga siempre está en desarrollo. En la India siempre está en desarrollo. Un dato interesante: en Europa se están creando federaciones de yoga, y en algunos casos llega a nivel gubernamental, como en España, que es el primer país donde el Estado ha intervenido. En Reino Unido no funcionó. En 50 años hemos intentado crear formas, criterios fijos, y en la India nada, no hay federaciones de yoga. Allí vemos una adaptación constante, son muy adaptables al yoga. En Occidente no hay por qué crear un sistema fijo ni pensar que el proceso se va a acabar, porque eso no corresponde al yoga.

El yoga nos enseña flexibilidad a nivel de la postura, pero a nivel de las actitudes, la India siempre ha sido muy flexible. Ha tenido invasiones, como la musulmana hace 300 años. Ahora los mejores músicos del norte son musulmanes, pero tocan música hindú. En el festival de música que vamos a tener ahora en Madrid, el músico principal viene acompañado por tres músicos musulmanes; dos de ellos son musulmanes… De momento el yoga no está muy dogmatizado…

¿Qué le parecen a usted todos esos estilos nuevos, toda esa dinámica que tiene mucho que ver con el marketing? ¿Cómo lo valora?
Tiene que ver con el marketing, pero finalmente en la clase tienes personas y lo que tú has aprendido es lo que sabes transmitir. Lo que cuenta es la experiencia de la persona, y ésta no experimenta un estilo, sino una relación de cuerpo, respiración, relax, energía. Y dentro del mismo estilo puede haber situaciones diferentes, nuevas.

Los estilos son elementos artísticos y creativos, y como tal son bonitos. Pero un sistema no se crea tan fácilmente, porque primero el impulsor habrá tenido que experimentarlo, tendrá que haber llegado a un estado adecuado de yoga, de realización incluso; y luego ese sistema debe funcionar para otros. Por eso no ocurre tantas veces, quizás solo cuando es necesario. Lo más frecuente son los sistemas llamados tradicionales y muchos estilos que se mezclan con los demás. Y pienso que hay que ser muy flexibles.

¿Usted no cree en eso que se da en llamar “yoga auténtico”?
No, no. Lo que nosotros pensamos que es auténtico es lo que corresponde a nuestras necesidades. Si ves en la India qué tipo de maestros enseñan y cómo se acerca la gente al yoga, es totalmente distinto. En la India hubo una época en que el yoga casi fue olvidado, y ahora hay un maestro que se llama Ramdev, un hindú que enseña solamente en hindi, a cinco mil personas en un estadio de fútbol a las cinco de la mañana. Así es ahora el yoga en la India, lo que corresponde a una sociedad donde hay millones de personas.

Si queremos utilizar la palabra “auténtico” hagámoslo para referirnos a una experiencia sincera personal; eso sí es yoga auténtico, y solamente existe a nivel de la persona.

Existe la idea de que en los centros Sivananda se practica un yoga muy cerrado, muy devocional, cuando en realidad es un yoga para la vida, para la salud, para la alimentación, para la higiene mental…
Cuando la revista Time puso en su portada por primera vez el titular“Yoga”, fue muy comentado. El reportaje describía varias escuelas, y en referencia a los centros Sivananda se decía, entre otras cosas: “Tal vez requiera un cambio de estilo de vida”. Eso para unas personas es atractivo y para otras no; unas quieren hacer yoga pero no quieren cambiar, y otras quieren el yoga para cambiar. Esto es así. El yoga que se enseña aquí intenta ayudar a las personas a cambiar su estilo de vida, y el principal cambio es la alimentación.

¿La alimentación?
Totalmente. No puede haber yoga sin cambiar la dieta; el efecto más o menos prolongado de una clase de yoga generalmente tiene que ver con lo que comes después. Me di cuenta de ello personalmente cuando veía que unos días los efectos del yoga se mantenían muy bien y otros no tanto, y analizando vi que había cambiado de dieta.

¿Y qué dieta es conveniente?
Más ligera, y poco a poco orientarse hacia el vegetarianismo, porque es la alimentación que corresponde con mantener los efectos del yoga. La carne, la comida de lata, la pizza de microondas… no tienen prana.Hay dos tipos de comida: la que te aporta prana y la que te lo gasta, la que te da vida o te la quita. En Sivananda no predicamos el vegetarianismo, pero siempre ofrecemos cursos de cocina para que las personas vayan adaptándose al cambio.

¿Cómo apareció el yoga en su camino y cómo este le trajo a España?
En el año 78, Con 18 años vi a mi hermana hacer yoga en el jardín y dije: “Eso no puede ser, algo que no conozco”. Fui al centro Sivananda en Munich, donde crecí. Entonces no había muchas escuelas, todo era nuevo. Me quedé fascinando por el yoga. Con 20 años hice un curso de profesores para formar parte de esta organización. Primero un año, luego un año más, y otro más. Y en el 86, cuando llegué a España, fue un momento clave, porque  me encontré con una sociedad que me parecía más equilibrada que la de otros países. La gente mostraba mucho cariño y había cierto respeto hacia la espiritualidad más formal (mantras y ceremonia), que existe todavía.

Estuve en el primer curso de profesores que se hizo en España con Swami Vishnudevananda. Y le pregunté si pensaba que algún día podía ser un swami, y me dijo: “Te llamaré”, ¡y al día siguiente me llamó! Así me inicié como swami en España, en el primer curso de profesores aquí. Aquí estuve tres años seguidos pero siempre vengo mucho.

¿Cómo ha encontrado España después de un  tiempo sin venir?
No he visto tanto desequilibrio. La gente sigue viviendo al centro, los donativos son menores, pero todos nos adaptamos, porque el yoga forma parte de una idea básica de solidaridad; las energías propias del yoga no son materiales: necesitas dos metros cuadrados y tiempo.

Tiempo… Y sin embargo somos tan impacientes… Queremos todo aquí y ahora.
Lo bueno del yoga y lo que nos satisface es que nos hace un efecto inmediato. Y sin embargo, si quieres avanzar más, tardas mucho tiempo. En la tradición de los Yoga Sutras se dice que te lleva doce años de práctica conocer tu mente. Pienso que es una buena oferta. Conocerse a uno mismo y luego aceptarse con los propios fallos y limitaciones es ya un autocontrol. Pero para llegar hasta ahí hay que ver dónde están los conflictos, Muchos están fuera de ti, pero otros están en tu propia cabeza, y eso necesita tiempo para ser conocido. El yoga tiene que acompañarnos año tras año.

Se dice que el yoga es como una semilla que has plantado en el jardín y que riegas cada día. Pero no puedes medir el crecimiento de las raíces cada día para ver cómo va; tienes que dejarla. Los efectos subconscientes del yoga tardan años y apenas los percibes tú mismo. Luego llega un momento en que comparas cómo estabas hace cinco o diez años y ves mucha diferencia.

El yoga tienes que amarlo poco, pero durante mucho tiempo. Es un dicho de Swami Sivananda: “Love little, love long”. El yoga es una historia de amor que debe durar mucho tiempo para que pueda dar sus frutos.

Se pasan épocas en que la motivación decae…
Todos entramos en el yoga con una luna de miel, pero se acaba y empieza la vida de pareja. Cuando el yoga te aporta equilibrio energético y mental, sabes que te  funciona y la práctica mínima que necesitas para tener esas dos cosas. Hay mil razones para seguir con el yoga y ninguna para parar; solamente hay que ser muy pacientes.

Ser ambicioso en yoga no es inteligente, porque eso no va a durar mucho tiempo; te vas a comparar con otros y ¡siempre vas a encontrar a alguien más alto! Si practicas por sentido del deber, porque te dedicas a enseñar, bien, pero tampoco te llevará tan lejos. Y si haces yoga para dejar de sufrir, por estrés o desequilibrio mental, cuando se te pase, ¿qué harás?  Es muy probable que dejes de practicar en ese mismo momento.

Al final lo que funciona es muy simple: yo amo el yoga. Es lo único que nos puede llevar tan lejos como tenemos que ir.

Más jnformación: http://www.sivananda.org/madrid/invitados.htm

El Centro Sivananda de Madrid ofrece la posibilidad de alojamiento sencillo para los profesores de provincia. Por favor, contacta para más detalles. www.sivananda.org/madrid – T 91 361 51 50 – Eraso 4, Madrid – madrid@sivananda.net