Equilibrio y acción

2014-09-11

El alineamiento no tiene como objetivo una ejecución perfecta de las posturas o una apariencia física concreta; más bien se trata de una toma de contacto profunda con el propio cuerpo encaminada a desarrollarse en todos los aspectos de la vida.  Reflexiones del facebook de Mayte Criado, directora de la Escuela Internacional de Yoga.

equilibrio

Este conocimiento del cuerpo es el que nos aporta las herramientas que permiten «abrir» las zonas que antes estaban «bloqueadas» o, dicho de otra manera, permite reconocer e indagar los bloqueos físicos, psicosomáticos, mentales, emocionales… y, además, permite actuar conforme a nuestras propias referencias interiores dejando a un lado las señales externas y ajenas a nosotros mismos.

El Yoga propone una distinción muy clara entre movimiento y actividad. Esta diferencia se pone de manifiesto cuanto más avanzada es la práctica de una persona. Al inicio es normal que un principiante ponga su atención en el resultado externo del cuerpo o en todo aquello a lo que llamamos «actividad y movimiento físico». Con el tiempo, la manera de practicar Yoga va cambiando hacia un aprendizaje sutil del manejo de todo tipo de percepciones -referencias internas- para sentir no sólo aquello que sucede exteriormente sino, y sobre todo, lo que sucede dentro. A través de la mente podemos distinguir y explorar las respuestas que el cuerpo tiene para cada instante y es este proceso lo que en Yoga se llama actividad. De manera que hay actividad cuando se crea un estiramiento o alargamiento interior; un movimiento que es imperceptible desde fuera pero que llena de inteligencia y sabiduría la posición que adoptamos.

La práctica continua junto a la capacidad de penetrar en lo profundo de cada uno a través del cuerpo, supone vivir la actividad y el movimiento como un conjunto equilibrado de percepciones y sensaciones destinadas a la integración de todas las partes, es lo que permite la comprensión a nivel físico, orgánico y mental. A partir de estas consideraciones cada uno puede «personalizar» la práctica y desplegarse desde los propios límites o capacidades en contacto profundo con la posibilidad de desarrollar, hacia nuevos horizontes, tanto la actitud física como la mental. Seguramente, ésta sea una de las razones por las que el Yoga puede llegar a transformar nuestras vidas. El gran B.K.S. Iyengar decía con más de 80 años: «Hoy no puedo estirar mi cuerpo como lo hacía con 30 o 50 años, pero alargo mi inteligencia por su interior para expandirlo: ahora mi inteligencia estira mi cuerpo».