Autoestima

2017-06-19

No se ama al marido por amor al marido, sino por amor a uno mismo (ātman). No se ama a la esposa por amor a la esposa, sino por amor a uno mismo (ātman). No se ama a los hijos por amor a los hijos, sino por amor a uno mismo (ātman). ¿Te parece egoísta? No lo es: la verdadera autoestima reconoce a uno mismo en todos los seres. Escribe Montse Simón. 

No se ama la riqueza por amor a la riqueza, sino por amor a uno mismo (ātman) (…). No se ama a los seres por amor a los seres, sino por amor a uno mismo (ātman) (…). Hay que escuchar, reflexionar y meditar sobre uno mismo (el ātman). En verdad, cuando se ha visto, escuchado, pensado y conocido uno mismo (el ātman), todo este mundo es conocido.

Este texto pertenece a la Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad (5.5-6), uno de los textos filosóficos más antiguos de la tradición védica.

La palabra ātman es un pronombre sánscrito que significa uno mismo y que en la filosofía pasó a referirse a la energía que habita en nosotros como una y la misma energía que da lugar al universo entero. Algo muy parecido a esa energía a la que se refirió Einstein cuando decía que la energía nunca desaparece, sólo se transforma.

Este texto puede sonar muy egoísta, pero lejos de ello, lo que propone es darnos cuenta de lo que tenemos en común y no lo que nos distingue. Nos enamoramos de otra persona y en realidad nos enamoramos de la imagen que nos hacemos de esa persona, de nuestros pensamientos acerca de esa otra persona, sin prestar atención a la energía vital que subyace en cada uno de nosotros que es una y la misma.

El personaje y el testigo

Lo que nosotros somos en realidad, más allá de las aventuras que atraviesa nuestro personaje, es un estado de paz. La energía de Vida que vivifica nuestro personaje no se ve alterada por lo que le ocurre a dicho personaje, igual que una pantalla de cine no se ve en realidad afectada por las imágenes que se proyectan sobre ella. Pues bien,  a menudo nos identificamos sólo con el pequeño “yo”, con el personaje, su forma, las cosas que le “ocurren”, su opinión, lo que le han dicho, lo que dirá, lo que tiene, lo que ha conseguido, etc., y esto nos hace perder de vista por completo nuestro verdadero ser, Aquello en nosotros que es testigo de todo lo que va y viene, Aquello que ya está siempre en paz, de modo que comenzamos a buscar esa paz y felicidad en las formas, en los objetos externos, en los otros seres, a los que les pedimos que nos proporcionen esa felicidad, esa paz que hemos olvidado.

Así pues, creo que me enamoro del otro por sus cualidades, por su forma de ser, sus circunstancias, su pequeño “yo”… cuando en realidad lo que me lleva a amar es el Amor mismo, es la Conciencia que ya soy y lo que amo y busco en el otro es ese Amor que ya está en mí, pero como no lo veo en mí misma lo busco fuera y confundida lo vuelvo a proyectar en formas limitadas y cambiantes, que no me permiten ver lo que el otro es en verdad, lo mismo que yo, el Ser, la Energía de Vida que siempre está en Paz.

Aquí llega el punto crucial: a veces confundimos la autoestima con generar un pequeño “yo”, un personaje, seguro de sí mismo, de sus pensamientos y habilidades, de sus opiniones, de sus formas, y olvidamos de nuevo el amor a uno mismo, no en tanto que personaje sino por el re-conocimiento de lo que uno es más allá del personaje, o mejor dicho, en el fondo del personaje.

Si buscamos en la Wikipedia la definición de «autoestima» nos encontramos con esto:

La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción evaluativa de nosotros mismos. (1)

La cuestión estriba en definir qué entendemos por “nosotros mismos”. Si por uno mismo entendemos el personaje que a veces se siente de una forma a veces de otra, que actúa de distintas maneras, que tiene opiniones cambiantes,  cuyo cuerpo se transforma con el paso del tiempo, entonces la autoestima se convierte en un esfuerzo por hacer una valoración  y proyección positiva de ese personaje.

En cambio, si definimos uno mismo como la Conciencia última que siempre es testigo de las transformaciones que ocurren en el personaje, el asunto cambia por completo. Amarse a uno mismo es ver al personaje y amarlo tal cual es y tal cual se modifica. Amarse a uno mismo es concentrar la atención, no en aquello que nos hace diferentes, sino en Aquello que es igual en todos los seres, en todo el universo. Amarse a uno mismo es concentrar la atención no en lo que cambia constantemente sino en el espacio del Corazón que es testigo de todos esos cambios, el lugar del cual emerge la energía de Vida a través de la cual se viven todos esos cambios. Sería como ir al punto donde brota por primera vez el agua que luego da lugar a un enorme río, que en unos tramos baja con furia y en otros parece estanco.

La verdadera autoestima

El personaje vive condicionado por aspectos de la naturaleza que hacen que unas veces esté ofuscado y deprimido, otras veces exaltado y emocionado y en otras ocasiones sereno y armonioso. Es cierto que si nuestro personaje se encuentra en un estado de oscuridad y apatía, fomentar ciertas habilidades que nos permitan descubrir un personaje más enérgico, vital y seguro de sí mismo puede resultar positivo de cara a que la persona pueda abrirse a nuevas formas de pensarse, percibirse y percibir el mundo. Ahora bien, si nos quedamos sólo ahí seguiremos siempre en la lucha por mantener un personaje “sano”.

La verdadera autoestima no puede consistir solamente en un personaje que se viste de seguridad y habilidades que sean socialmente reconocidas; la verdadera autoestima sólo puede proceder de la tranquilidad de Ser, simplemente Ser, sin que sea tan importante si ese Ser se expresa a través de unas formas y habilidades u otras. Cuando puedo reconocerme a mí misma desde ese lugar, puedo reconocer el mundo entero. Amarse a uno mismo es Amar, no con una acción, sino como reconocimiento de ser ese Amor. La Vida es Amor expresado a través de múltiples formas. Lo que amo en el otro es ese Amor, es lo que yo Soy, lo que él Es, el hecho de Ser.

Con este post no pretendo decir que los trabajos de autoestima que buscan hacer que la persona sea más asertiva, tenga una imagen mucho más segura sobre su personaje, valore sus habilidades, sea más independiente,etc.  no resulten útiles en  muchos casos e incluso puede que sea necesario comenzar por ahí y dando soporte desde trabajos de conciencia corporal y estímulo de las capacidades manuales. Lo que quiero decir es que es importante no quedarse sólo con eso. Sería algo parecido a quitar los síntomas de un resfriado repetitivo sin ir a la causa. ¿Cuánto tardaremos en resfriarnos de nuevo? Creo que la verdadera autoestima tiene su origen en última instancia en el claro reconocimiento y experiencia de Ser, de ese lugar de Paz en nuestro corazón. La verdadera autoestima ve en uno mismo a todos los seres y se reconoce a sí mismo en todos los seres, de modo que en realidad es sólo Estima, Amor.

(1) José-Vicente Bonet. Sé amigo de ti mismo: manual de autoestima. 1997. Ed. Sal Terrae. Maliaño (Cantabria, España).

Montse Simón,  licenciada en Filosofía, postgrado en Historia de las Religiones y diploma en sánscrito por la Banaras Hindu University. Miembro de la Asociación de Yoga y Filosofía s’Om (http://formacion-yoga.org/).Amplía los estudios de Vedanta y de textos de la tradición con pandits y con swamis de la tradición vedantina. Profesora de yoga, filosofía india y sánscrito.