Vuelta a la raíz

2016-02-24

A menos de una semana para dejar la India y después de 14 años dedicados al estudio, la práctica y la enseñanza del yoga, me aventuro a decir un par de cosas y también os doy los maderos y los clavos virtuales para que vayáis preparándome la cruz al llegar. Escribe Sergio Martínez Pose.

raiz flor

Jamás de los jamases he visto una disciplina oriental que se haya adulterado tanto y que se haya denominado de tantas maneras diferentes como el Yoga. Póngase por ejemplo, el Tai Chi o el Karate o cualquier otra que puedan ustedes pensar y díganme cuántos nombres distintos existen de la misma disciplina, a menos que no sea para describir a su fundador y, por tanto, al linaje al que pertenece. ¿No han acaso oído hablar del acrokarate, o del hot tai chi, y qué me dicen del judo aéreo?

¿Por qué nos permitimos hacer todo esto, si no es por la absoluta sensación de superioridad y la falta de respeto que tenemos en Occidente hacia el resto de las culturas? La cosa se arreglaría si, en vez de añadir la coletilla, le diéramos otro nombre y quitáramos lo de «yoga». Pero no, ¡que lo del yoga tiene tirón! Será que el espíritu mercantilista y capitalista es el sexto Yama…

Casi la totalidad de estas modalidades han nacido en los Estados Unidos (o Estados Yóguicos, que podríamos empezar a llamarlos, traduciendo a la terminología que toca hoy); esos que pretenden ser los gobernantes y salvadores del planeta en cada película que nos llega de sus costas. Quizás dentro de unos siglos incluso en los libros de historia venga escrito que el yoga nació en los EEUU.

¡Vamos a otra cosita!

Creo que nunca o casi nunca,le he escuchado a mi Maestro hablar de este o aquel músculo, o  de la fascia, y qué me dicen de la vértebra D5, la L4 o la CR7 (¡ah, no!, perdón, ésto tiene que ver con el fútbol). ¡Qué obsesión con la anatomía!  A lo mejor está errado mi querido Acharya, aunque en todos estos años con él, ha sido preciso como un compás y yo no he padecido una sola lesión a nivel físico, y eso que, a veces, por pudor o cultura, le llamaba cadera a todo lo que está en la zona media del cuerpo.

Este modelo médico o científico ha traído como compañero al “ten cuidado”. Y, habitualmente, la precaución es sinónimo del miedo. Y éste último, es quizás el mayor problema de la humanidad, el que no nos permite evolucionar hacia un estado de conciencia liberada. Pero no me malinterpreten, que no quiero decir que vayan por ahí haciendo cualquier cosa sin ton ni son.

La práctica de yoga es y ha de ser siempre un acto de conciencia y concentración pura, y, la conciencia (en su estado de quietud y en su centro) nunca te dejaría hacerte daño. La conciencia no está movida por el miedo; la mente en sus niveles más bajos, sí.

Y para rematar o para que me rematen a mí

¿Títulos de profesor de yoga? En mi ingenuidad, yo pensaba que el discípulo recibía la bendición del Maestro cuando estaba preparado, y ésta no tenía que ver con un cierto número de horas realizadas… ¡Qué raro! Seguro que en un futuro el Samâdhi también se podrá obtener con 600 horas de formación. ¡Hummm! Mejor debería haberme callado. ¡No des ideas, Sergio!

Quizás he pasado mucho tiempo en India, y es hora de que me laven el cerebro y vuelva a pasar por los cánones de Occidente. ¡Pues va a ser que no!

Y, en busca de mi redención, termino ya, pidiendo perdón a las alturas por haberme levantado hoy con este espíritu tan crítico, pero ¡no he podido contenerme!, ¡tenía que sacarlo de mis adentros!

Mañana estaré en silencio y ahí permaneceré hasta que tenga algo que decir o, me soplen algo de ahí arriba.

Om shanti… Haya paz, ¡que no está el horno para bollos!

 

Sergio Martínez Pose. Profesor de Yogapsicólogo. Creó su propio sistema de terapia basado en la práctica de Yoga Nidra, obteniendo buenos resultados en sesiones terapéuticas con diferentes clientes.

Comenzó a practicar Yoga en su tierra natal y durante dos años practicó Ashtanga Vinyasa Yoga, además de una formación de tres años de Yoga Integral en la escuela Soaham de Navarra.

Finalmente, encontró a su Maestro, Acharya Venkatesha, en Mysore a finales del año 2002 y continuó con él hasta el día de hoy. “Me siento un ser privilegiado por todo lo que he recibido de su mano; con la fortuna de haber podido practicar diariamente en los años en que he estado viviendo en Mysore, con mi familia”.

Enseña regularmente en España además de hacerlo en India, tanto en Mysore durante los años vividos allí, como en una institución fundada por el conocido Maestro Sri M, en Andhra Pradesh en el año 2013, así como en Auroville en el momento presente. Se instaló junto con su hijo Luca y su mujer Marina en Auroville en agosto de 2014, donde continúa con la enseñanza del yoga además de hacer trabajo voluntario en una granja ecológica de la comunidad.

Guía grupos de viaje espiritual con su proyecto, ViajesOmIndia, desde el año 2006.

omindiayoga@gmail.com

www.omindiayoga.com