Saludo al sol en prisión

2013-03-06

Dice el Talmud: “Un mal hábito llega como un amigo, se instala como un huésped y termina gobernando la casa como si fuera el amo”. Romper los hábitos, todos: los buenos y los malos, siempre que no sean conscientes, para retomarlos desde la libertad, forma parte de la rotura de los barrotes para salir de nuestra prisión.

Yoga Prision

La práctica propuesta por Pilar Luna para conseguirlo, durante el seminario organizado por los profesores de Yoga de la prisión de Picassent, fue la realización de Surya Namaskar (Saludo al sol) como si fuéramos payasos (por eso las narices rojas…). Sed como niños, dijo.Y lo conseguimos. ¿Será por eso que el Yoga rejuvenece?

Escribo esta reseña del encuentro que organizó el sábado pasado el grupo de profesores de Yoga de Picassent. La hago desde la cárcel, lugar donde imparten sus clases todos los sábados desde hace más de 14 años y de forma ininterrumpida.

Me acompañan un grupo de reclusos, compañeros de celda con los que mantengo lazos de coleguismo en unos casos y de amistad profunda y sincera en otros.

Nos separan los mismos barrotes que nos unen y juntos, creando una campana de silencio a nuestro alrededor, buscamos una salida. Algunos han tomado las riendas para dirigirnos y, confiados, cedemos a sus propuestas. Preparamos un plan de fuga: salir por el tejado.

El primer dilema al que nos enfrentamos es Descartes o Spinoza, la razón por encima de todo o el deseo como la esencia del ser humano que le puede llevar al desarrollo de su existencia: sabiduría milenaria unida a los descubrimientos de la investigación más actual. Sabemos de antemano que optaremos por el sentir, la no violencia y el éter.

Exploramos primero, desde la conciencia, las estancias, los módulos y las rejas entre las que estamos y observamos los hierros tensos e inmóviles, esa parte física que nos ancla al suelo y al entorno. Necesitamos estar flexibles para deslizarnos a través de ellos. Debemos tomar conciencia de cada uno de los obstáculos corporales: las piernas y estirarlas, el abdomen y el pecho y abrirlos, los brazos, el cuello… y con rigor vamos deshaciendo la rigidez de cada una de estas partes.

Sabemos que lo físico no es suficiente y abordamos, a continuación, el querer, las emociones, los sentimientos, el desprendernos de los hábitos que nos impiden salir de la caja torácica. Costillas, clavículas, debemos trascenderlas, ablandarlas para ver otras perspectivas que amplíen el horizonte y que de esa forma aparezcan nuevos caminos que nos esperan. Y buscamos las claves para conseguirlo con suavidad: los diafragmas de la vista, de la garganta, del abdomen… Poco a poco vamos superando las tensiones que nos limitan y vamos renaciendo a una nueva concepción de nosotros mismos, convencidos de que podemos ilimitarnos.

Convertirnos en aire

Por último, ¿qué nos ata? De pronto recibimos, como aviones de papel, el estimulo de Antonio y de Manuel, que con sus cartas se animan y nos animan a seguir en el empeño. Y nos enseñan que han descubierto el silencio, ese modo de poner el reloj de cada uno de nuevo en marcha. Reloj que marca, en este caso, la medida del tiempo real que vivimos sin fantasías. Esos mensajes son concluyentes.

Ya estamos en la parte superior, solo nos queda volar, convertirnos en aire. Y respiramos y respiramos para sentir que el exterior y nuestro interior es la misma esencia, que lo sentimos y que nos hace pura energía, permeables, trasparentes.

Una vez fuera, en la libertad nos paramos para agradecer al sol, desde la mente y desde el corazón, su luz y su calor, a la tierra por darnos generosa el aire, el agua y los alimentos, a los compañeros por ayudarnos y darnos su cariño y a nosotros mismos por mantener siempre el espíritu de trabajo y de superación.

Yoga citta vritti niroda

Y que Dios nos bendiga

Toni, aprendiz de Yoga