Yin Yoga, estiramiento y quietud

2017-12-18

La práctica del yin yoga está relacionada con esta visión taoísta del mundo y con la división que éste hace de todo lo existente en yin/yang, y en esa transformación energética que se produce continuamente. Escribe Diego Borrego.

Fotografía de Gabriela Litschi

Según el Taoísmo todo en el universo es yin y yang, o dicho de otra manera, todo está impregnado o de una energía yin o de una energía yang, que se va transformando en un sentido o en otro; el día -más yang- da paso a la noche -más yin-; el verano -más yang- da paso al invierno -más yin-; la niñez -más yang- da paso a la madurez -más yin- etc. Cuando se da ese cambio de energía se está produciendo un movimiento del qi -energía vital- en una u otra dirección. Para que cualquier cosa permanezca en armonía necesita de un equilibrio entre estos dos elementos, que aunque opuestos son complementarios.

El yin yoga está basado en un mantenimiento de la postura entre 3 y 6 minutos y en un intento de trabajar desde la desactivación muscular y el estiramiento. Es evidente que esto no presenta dentro del mundo de la práctica yóguica nada nuevo, aunque quizás sí lo haga su puesta en escena, y la forma de trabajarlo si lo comparamos con las prácticas mayoritarias que se dan en Occidente a día de hoy. Esa nueva puesta en escena se la debemos básica, aunque no únicamente, a Paul Grilley. Este yogui norteamericano ha trabajado entre otras disciplinas el yoga taoista y a través de su experiencia en la práctica creó esta combinación entre lo hindú y lo chino, a lo que se ha llamado finalmente yin yoga.

Para una mejor presentación y comprensión de la práctica yin adjuntamos de manera muy esquemática, y seguro insuficiente, las diferencias que se establecen entre aquello que es yin y lo que es yang, o dicho de otra manera, de aquello que estaría dominado por un tipo u otro de energía.

La necesidad de una práctica yin

Aunque las culturas china e hindú, al igual que la occidental, han presentado a lo largo de su historia milenaria claros y abundantes aspectos yang -conquistas, avances, retos, etc.-, son sin duda sociedades con un componente más yin, culturas que tienen más en cuenta lo contemplativo y lo aceptativo. Se podría decir de alguna manera decir que el dios occidental es un dios que prospera, mientras que el oriental es un dios que medita.

Nuestra cultura occidental siempre se ha mostrado con una energía predominantemente yang, rodeada de expectativas, guerras, y exteriorización. En su manera de entender la naturaleza, su progreso ha tenido que ver con una “tecnología material”, con una negación materialista de los valores espirituales , que sin duda nos ha proporcionado mucho progreso aunque quizás con un coste excesivo. Por su parte las culturas orientales presentan una “tecnología psicoespiritual” teniendo esta última que ver con la aplicación de la sabiduría en pos de una evolución psicoespiritual de las personas.

Cuando en una sociedad como la nuestra se presenta con tanta superioridad una energía sobre la otra, solo puede tener como resultado una clara desarmonía, o lo que es lo mismo, podemos estar segur@s que una parte significativa de su ciudadanía va a presentar claros rasgos neuróticos.

La práctica yin nos da la oportunidad de equilibrar en cierta manera ese exceso de yang, transformando la vitalidad yang en yin, pasando de la activación, del movimiento y la tensión, a la desactivación, la quietud y la relajación dentro de la misma práctica. Ese trabajo nos presenta toda una serie de beneficios que normalmente se clasifican en tres tipos: el energético, el físico, el psicoemocional

-Planteamiento energético

Según la medicina tradicional china en nuestro cuerpo existen toda una serie de meridianos que lo recorren y que permiten que el qi -energía vital- circule por él. Cada uno de estos meridianos está asociado a un órgano en concreto y en función de la fluidez con la que ese qi circule por él hará que nuestro cuerpo y mente estén en más o menos armonía.

A través de la práctica conseguimos estimular estos canales energéticos y esto lo hacemos por dos vías; o bien por compresión de los meridianos en una zona concreta, o bien por estiramiento de estos en alguna parte de su recorrido. Mantener la postura entre tres y seis minutos va a permitir que ese estiramiento/compresión haga que el qi que pudiera estar estancado quede liberado finalmente.

Según Sarah Powers -otra de las personas clave en la creación y desarrollo de esta disciplina- ese qi liberado va a ir a instalarse justo allí donde más lo necesitemos en el momento que integremos al finalizar cada ásana . El tema de los meridianos en la medicina tradicional china es amplísimo, y va relacionado con la teoría de los cinco elementos, también concepto interesante para poder trabajar esta práctica desde más profundidad.

Hay una similitud entre ciertos meridianos y los nadis de la tradición del yoga. En ese sentido el profesor Hiroshi Motoyama hace una equivalencia entre algunos de ellos.

-Planteamiento físico

Para entender los beneficios desde un aspecto físico hemos de entender que todo nuestro cuerpo participa de las categorías yin y yang. De esta manera hay órganos predominantemente yin y órganos predominantemente yang, y esto va ir en función de diversas cuestiones como: profundidad, movimiento, importancia orgánica, parte superior o inferior del cuerpo, etc. Lo que nos interesa al tratar el beneficio físico de esta prática es destacar que también nuestros tejidos se pueden clasificar en yin y yang. En el cuadro adjunto se presenta cada uno de ellos y sus características principales.

Yin / Yang
Tejido: tejido conectivo (tendones, ligamentos), fascia / musculatura
Temperatura tejido: frío /  caliente
Propiedades del tejido: duro, seco / suave, flexible
Tipo de práctica: estática, lenta, músculo invisible /movida, fluida, músculo protagonista
Experiencia: aceptación / avance
Espacio:  articulaciones /no articulaciones

El trabajo a realizar es por tanto la estimulación/estiramiento de los tejidos conectivos: fascias, tendones y ligamentos, y para conseguir esto es necesario evitar la estimulación del tejido yang: la musculatura. Intentamos que ésta permanezca simplemente como testigo del trabajo. El músculo es caliente, necesita movimiento y está dispuesto a ser estirado y contraído de manera intensa. Es él el que nos marca el alineamiento en las posturas de los distintos tipos de yoga, y alinear es una actitud yang -aunque en algunos tipos de yoga lo sea más que en otros-. De ahí que el alineamiento en el ásana yin tenga un aspecto secundario, por no decir evitable. Alinear quiere decir activar musculatura, aplicar energía yang. Ese alineamiento hace que la musculatura acerque los huesos entre ellos simplificando el trabajo del tejido conectivo e impidiendo su estiramiento, que es precisamente lo que buscamos.

En este punto se plantea cierta controversia ya que se puede considerar que los músculos trabajan y estiran y que los ligamentos y tendones son los frenos del cuerpo. Sin dejar de ser esto cierto, no significa que esos tejidos más profundos no tengan que ser también estimulados. El tejido conectivo y las fascias son más difíciles de tratar en el sentido que son menos móviles y más susceptibles de lesión, pero también es cierto que tan perjudicial es trabajar excesivamente sobre ellos como no trabajarlos nunca. El tejido yin se ha de tratar con más cuidado y por lo tanto el acceso al asana yin ha de ser muy lenta y con mucha atención en el intento de no superar el rango de movimiento de nuestras articulaciones. La idea fundamental sería ir hasta el punto en el que la resistencia se hace presente y de esa manera poder estimular ese tejido más profundo. Si no hacemos este trabajo, la tendencia con el tiempo es que la articulación se vaya secando y encogiendo, perdiéndose de esta manera movilidad en ésta, una movilidad que no se vería tan afectada con una estimulación adecuada.

-Planteamiento psicoemocional

A nivel personal es el elemento que desde un principio más me sedujo del yin yoga y a día de hoy es el que más me sigue fascinando de esta práctica. Como hemos visto en el cuadro, yin significa quietud versus movimiento, aceptación versus reto. Ahí es donde reside una parte importante de la práctica, “parar y aceptarse”. Según Ken Wilber una persona además de aprender a tomar el control de su vida y asumir sus responsabilidades necesita también, por lo menos con la misma urgencia, aprender a como y cuando dejar ir, “rendirse” fluyendo sin resistencia ni lucha. Ese dejar ir es yin en estado puro, y ese yin es el que necesitamos desde un punto de vista mental y emocional para poder contrarrestar nuestro mundo exageradamente yang, tanto social como individualmente.

Para acercarse a la práctica yin desde lo psicoemocional hemos de tener en cuenta la quietud y la profundidad en la postura como elementos imprescindibles, y para llegar a ellos es importante aflojar la rigidez y la dureza no sólo física sino y especialmente con las que nos tratamos a nosotr@s mism@s. Desde el aflojamiento físico vamos hacia lo emocional:

  • Olvidar “el tener” que hacer “lo mejor”, o “el tener” que “hacerlo mejor”
  • Olvidar la voz interior, y si no es posible bajarle un poco el volumen
  • Olvidar obligaciones impuestas por otr@s o por un@ mism@
  • Tratarnos con dulzura. Esta dulzura tendrá que ver con lo que seamos capaces de hacer en los aspectos anteriores.
  • Aprender a ser pacientes. El yin es una experiencia de paciencia, mantenemos las posturas entre 3 y 6 minutos que aunque no sea un tiempo exagerado si que va un poco más allá de lo que solemos hacer en una práctica de hatha.

Todo esto va a provocar un encuentro más profundo con un@ mism@, que quizás me permita entenderme un poco mejor y a partir de ahí poder entender mejor al otr@. Sin duda me implico en un viaje de crecimiento horizontal. Cuando soy capaz de reconocer otras cosas puedo mirar con más facilidad hacia arriba, hacia lo espiritual, al menos con más honestidad.

Yin es una práctica de libertad ya que debido a su simplicidad hay más posibilidades de que se convierta en práctica que en actuación.

El yoga no es apariencia sino experiencia, pero el yin yoga lo es especialmente.

Aunque actualmente no existe bibliografía en castellano en referencia a la práctica del yin yoga, sí que existen numerosas páginas web donde poder ver vídeos y explicaciones de las posturas y elementos a tener en cuenta para su práctica.

Diego Borrego Caixal. Profesor de yoga por la AEPY. Formado en yin yoga con Kathy Páez y Mariona Royo. Experto universitario en yoga terapéutico por la Universidad Cardenal Herrera. Licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Diplomado en Relaciones Laborales por la Universidad de Barcelona. Master Practicioner en Programación Neurolinguïstica. Formado en Terapia Gestalt Actualmente dirijo el centro de Yoga Shravana , en Hospitalet de Llobregat, Barcelona.