La respuesta es un estado

2017-06-26

Antes que nada, el buscador de la verdad, el buscador espiritual, lo que trata de encontrar es una respuesta. Una respuesta al dolor del sufrimiento, al miedo de la soledad… a su angustia vital, tantas veces maquillada de huidiza personalidad. Por este motivo se adentra en el mundo interior, para obtener respuestas vitales, trascendentales. Respuestas con capacidad de alivio. Escribe Emilio J. Gómez.

Sin embargo, el hombre común espera obtener tal respuesta a través de un aumento de su bienestar. En unos casos suele tratarse de bienestar psíquico: llegar a sentirse mejor con uno mismo, con su ego y la estructura psicológica y personal que lo acompaña. La meta aquí suele sintetizarse con la frase: “ser mejor persona”. Sentencia absurda, pues dada la naturaleza ilusoria del ego y la personalidad, es de las primeras estructuras que se van a desmoronar cuando el viaje del autoconocimiento se realiza con auténtica sinceridad.

También puede ocurrir que el anhelado bienestar se trate de obtener a través del mundo físico, bien a través de la acumulación de bienes materiales o una posición en la sociedad que ofrezca el reconocimiento de los demás miembros. Esta opción viene a ser la más habitual. Es natural que así sea, sobre todo cuando se mira alrededor y lo único que se aprecia es materia, sin tan siquiera intentar ir un poco más lejos de lo que nuestros sentidos nos ofrecen.

El bienestar espiritual también es un recurso habitual que ofrece al ego la oportunidad de sentirse diferente de los demás llevando una vida ajustada a determinados cánones –generalmente dictados por terceras personas– a cambio de una promesa de vida eterna. Se trata de patrones de comportamiento que buscan el bien a toda costa, olvidando que bien y mal son los extremos opuestos de una misma naturaleza e ignorando la evidencia de que cuanto más fuerte es la luz más intensa va a ser la sombra.

Ciertamente, la respuesta no sobreviene a través de ninguno de estos tres aspectos –ego, mundo y Dios–. La respuesta que -sin llegar a saberlo- espera el buscador sincero de la verdad, se corresponde a un estado de consciencia al que sólo se es posible acceder a través de la conexión directa con el Sí mismo y el cultivo de la presencia de Ser. De ahí la importancia fundamental de practicar meditación en silencio y quietud a través de la postura del despertar.

Para ello, en primer lugar es preciso que la llama de la consciencia sea encendida por alguien que tenga la suya propia encendida. Nada más sin sentido puede haber que un ciego tratando de guiar a otros ciegos. Después, una vez encendida, será labor y responsabilidad del propio buscador mantener su propia llama viva.

Sabido es que no se trata de un gran fuego y que hay que mirar con un cierto recelo, cuando no desconfianza, aquellas demostraciones en exceso llamativas. Un ser auto-realizado no va por el mundo lanzando fuegos artificiales para anunciar su estado, tampoco suele estar en su ánimo tener una corte de seguidores; por ello es preciso saber descubrirlo, saber verlo.

Finalmente, será nuestra propia llama encendida y también fortalecida por el cultivo intencionado de la presencia de Ser a través de la práctica cotidiana de la meditación, la que prenderá con discreción en otras mechas… y así ocurrirá hasta el fin de los tiempos. Siempre ha sido así, continúa siéndolo hoy en día y lo seguirá siendo mañana; tal es la naturaleza del Absoluto cuando se manifiesta a través del ser humano.

Emilio J. Gómez coordina el Círculo de Yoga Silencio Interior e imparte clases individuales de meditación.

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