Entrevista con Pablo Blanc: «Hay que enseñar sin adoctrinar y con mucha humildad»

2012-12-27

Pablo Blanc, Prashantmurti, vive el Yoga como lo practica y lo enseña. Sus frases destilan coherencia, como cuando dice: «Si somos capaces de realizar nuestros actos buscando la excelencia, con plena atención y sin esperar resultados, podremos evitar muchas de las frustraciones, fracasos, ansiedades que vemos hoy en día». Y quien escucha se da cuenta de que, en efecto,  ese es  el camino a seguir.

PrashantmurtiEs practicante de Yoga desde hace 28 años, discípulo de Swami Satyananda y Swami Niranjanananda. Fue iniciado en la tradición de Sannyasa por Swami Niranjanananda en 2006. Profesor de Yoga titulado por la Asociación Española de Practicantes de Yoga (A.E.P.Y) en el 2001. Acaba de terminar sus estudios como instructor Satyananda Yoga realizados en la Academia Satyananda Yoga de Bogotá, Colombia. “De todo ello destaco las enseñanzas que he recibido y recibo de Sw. Digambarananda, fundador de la Escuela de Yoga Bindu, Madrid”.

Prashantmurti se dedica a la enseñanza del Yoga desde el 1999 y desde el 2003 codirige el Centre de Ioga i Teràpies Naturals Camí de Llum, de Barcelona.

Llevas practicando Yoga desde los 20 años, ¿que buscaba un joven a esa edad y qué encontró?
Mi adolescencia, al igual que la de muchas otras personas, fue muy convulsa. Buscaba fuera todo aquello que pudiera llenar la insatisfacción que sentía en mi interior. No comprendía el comportamiento y las contradicciones de nuestra sociedad, lo que me llevó a expresar una gran rebeldía ante todo lo que se me propusiera.

Me llevó tiempo darme cuenta que lo que buscaba, lo buscaba en el lugar equivocado. ¡Así apareció el Yoga en mi vida!, estando abatido, desilusionado, deprimido. Fue un momento de mi vida que toqué fondo y, desde ahí, pude darme un impulso para salir; apareció el Yoga y desde ese momento no he dejado de practicar con regularidad, una práctica que ha ido cambiando y adaptándose a mis cambios. Ahora puedo decir, desde mi propia experiencia, que el Yoga me ha ayudado a conectarme conmigo mismo, con mi centro, a recuperar la confianza en la vida.

¿Crees que el Yoga debe adaptarse a los tiempos y a las costumbres o ha de permanecer fiel a la tradición?
Si el Yoga ha sobrevivido al paso del tiempo es porque ha sabido adaptarse a las necesidades de cada momento, de cada persona y también, a mi entender, porque ha sido fiel a la tradición. Las tradiciones no han sido fundadas por personas comunes como la mayoría de nosotros, sino por seres muy evolucionados que han tenido una visión capaz de prever el futuro, además de adaptarse a los cambios intrínsecos a la propia evolución de la sociedad. Las tradiciones se han encargado de preservar el conocimiento y de actualizarlo en cada época.

La palabra sánscrita para definir la tradición es Parampara, que significa también continuidad. Expresa aquello que estuvo presente ayer, que existe hoy y existirá mañana. Para que una tradición tenga este rango de ser eterna es necesario que no sea sectaria, que abra sus puertas y enseñanzas a todas las personas, y que sea capaz de actualizarse.

En los últimos años, el Yoga se ha popularizado y extendido por todo el planeta de una manera increíble. Cada día surgen nuevas escuelas, estilos, metodologías y tendencias, la mayoría dedicadas al Hatha Yoga, y… hay cabida para todos. El tiempo dirá cuales de estas escuelas perdurarán o desaparecerán.

¿Dónde están los límites que no habría que traspasar?
En mi opinión, podemos ser fieles a la tradición y, al mismo tiempo, adaptar nuestro Yoga a nuestra cultura, a nuestros alumnos y a nuestros criterios. Los límites están en ser honestos, no enseñar nada que no hayamos experimentado e integrado previamente, dar libertad a los alumnos para que ellos escojan lo que quieren practicar sin imponer ni adoctrinar, y sobre todo, con mucha humildad.

¿Qué opinas, por ejemplo, de las yoga raves, que hacen furor en algunas latitudes?
Como ya he comentado, yo mismo pasé una época en la que intentaba tapar la insatisfacción que sentía procurándome placer y gozo en todo aquello que pudiera proporcionármelo.

¿Qué hacen la mayoría de nuestros jóvenes? Lo mismo. Pienso que, que haya macro encuentros en los que escuchen música, practiquen algo de Hatha Yoga y alguna práctica para apaciguar la mente está muy bien, y puede ser un primer paso para que reconozcan que pueden tener experiencias enriquecedoras sin necesidad de ingerir sustancias que puedan terminar en adicciones, rupturas familiares, fracaso escolar…

Has estudiado con varios grandes maestros. ¿Qué tipo de enseñanzas te han aportado más: teóricas, prácticas, personales…?
Las enseñanzas me han enriquecido en los tres niveles. Al principio, estaba más interesado en acumular conocimientos y técnicas que pudieran enriquecer mis clases, asistí a muchos seminarios de Yoga, pero siempre me faltaba “algo”.

Cuando conocí a Sw. Niranjanananda en el 2004 en Mallorca, su presencia, su energía, sus satsangs, plantaron una semilla en mi corazón que me hizo comprender la necesidad de tener un maestro, un guía. Al año siguiente, pude ir a India y conocer a Sw. Satyananda. El contacto con dos Seres así puede cambiarte por completo. Fue a partir de ese momento que mi relación con el Yoga cobró verdadero sentido, y, desde entonces, he procurado ir todos los años a estar cerca de ellos. No puedo expresar con palabras lo que me ocurre cuando estoy ante su presencia, es algo que me transforma; no son necesarias las palabras, me dan inspiración, aliento para seguir, me ayudan a comprender que sin su presencia silenciosa corro el riesgo de verme atrapado por mi ego y confundirme.

Hoy sigo y trasmito con respeto y admiración las enseñanzas que esta tradición ha aportado a la humanidad y de la que tanto nos beneficiamos, no solo los que seguimos este linaje.

¿Qué principios o valores inspiran tu trabajo como profesor?
Creo que todo profesor debe en primer lugar ser Sadhaka, practicante, y es en base a la propia vivencia que se puede trasmitir todo lo asimilado, y esto no es un proceso intelectual. Entonces, los principios que me inspiran son los mismos que me ayudan en mi práctica, en mi vida y, por lo tanto, en la relación con mis alumnos, y son la humildad, el respeto, el amor, la honestidad y el agradecimiento.

¿El profesor de Yoga ha de limitarse a enseñar las técnicas del mismo o ha de guiar a los alumnos en sus inquietudes de tipo espiritual?
El profesor debe ser ante todo practicante. Tiene que ponerse en la piel de los alumnos, escucharles y, cuando es necesario, atender a sus necesidades desde el respeto, sin caer en adoctrinamientos, y para ello puede enseñar las técnicas que conoce y ha experimentado, y también puede dar pautas que puedan guiarles cuando lo necesiten. Pero siempre desde la humildad y sin extralimitarse asumiendo roles que no le corresponden.

Creo que el papel más importante que podemos desarrollar los profesores de Yoga cuando los alumnos nos trasmiten sus inquietudes es escucharles, hacerles de espejo para que ellos se responsabilicen de su propio desarrollo y, por lo tanto, evitar relaciones de dependencia.

¿Qué factores definen la calidad del Yoga? ¿Qué opinas de la calidad de la enseñanza del Yoga actualmente?
Un Yoga de calidad es aquel que tienda al desarrollo integral del ser humano. Para ello, el profesor debe de practicar y conocer los diferentes Yogas, e integrarlos en sus clases.

Debe de trasmitir con su ejemplo el espíritu del Karma Yoga, del servicio, porque la vida es acción, no podemos vivir sin actuar, sin Karma. Si somos capaces de realizar nuestros actos buscando la excelencia, con plena atención y sin esperar resultados, podremos evitar muchas de las frustraciones, fracasos, ansiedades que vemos hoy en día.

La práctica del Bhakti Yoga, adaptada a nuestra cultura, sin rituales sofisticados, nos ayudará a manejar y canalizar adecuadamente nuestras emociones y sentimientos y poder reconocer la presencia divina en toda la existencia.

Incluir el Raja Yoga nos va a ayudar a encontrar esa paz mental que tanto anhelamos, a comprender las causas de nuestro sufrimiento, que siempre están en nuestros condicionamientos y en la identificación con los roles y personajes que desempeñamos en nuestra vida. Quitarnos las máscaras que nos hemos puesto para poder reconocer nuestra verdadera identidad.

Si no practicamos Gñana Yoga, no tendremos discernimiento ni claridad para saber si estamos siguiendo el camino adecuado.

La práctica del Hatha Yoga es la que nos va a permitir, en su día, practicar e integrar todos los Yogas, ya que con un cuerpo embotado, tenso, enfermo, se nos va a dificultar mucho practicar todo lo anterior.

Con relación a la calidad de la enseñanza del Yoga, pienso que hemos avanzado mucho pero que todavía queda mucho por hacer. Mi opinión es que en muy poco tiempo han proliferado muchos centros y escuelas de Yoga con orientaciones muy distintas. Sin ganas de ofender a nadie, muchas de las formaciones de profesores que se imparten hoy en día se han convertido en un negocio muy lucrativo, y a veces están creando la confusión, en los futuros profesores de Yoga, de que uno puede tener esa titulación sin previamente ser un honesto practicante.

¿Qué consejos darías a quien está pensando en iniciarse en la práctica?
Primero le preguntaría qué está buscando en el Yoga. La respuesta suele tener relación con el momento vital en el que se encuentra la persona. Conociendo su inquietud y su estado de salud, le aconsejaría que comience por practicar Yoga físico, o un Yoga más integral. Que pruebe las diferentes escuelas y líneas de Yoga para que pueda saber desde su propio criterio cuál escoger. Que no tenga prisa y que se tome su momento de práctica, independientemente de cuál sea esta práctica, como un espacio para elevar su nivel de conciencia, un espacio para conocerse, para respetarse, para escucharse y para aprender de sí mismo, y que todo lo que vaya asimilando durante su práctica poco a poco pueda expresarlo en su vida cotidiana.

http://www.camidellum.es/