Las dinámicas de Yoga/ El poder de la sensibilidad 2ª parte

2015-11-19

Continuamos con la segunda parte del artículo de José Luis Cabezas (Yoga Dinámico) que tanto gustó la semana pasada (ver primera parte). En la sección ‘Dinámicas de Yoga’, José Luis irá compartiendo artículos didácticos y reflexivos que aportarán claves esenciales de la práctica de Yoga con mayúsculas.

Jose Luis Cabezas

Las posturas de yoga son lentes. Lentes para concentrar conciencia y permitirnos volvernos más conscientes de lo que somos. Traen nuestra atención primero al cuerpo, luego a la mente, entonces, la conciencia en sí. Y de paso integran el cuerpo y armonizan cuerpo y mente. Lo hacen llevando el momento presente de nuestras acciones y pensamientos a un enfoque claro. Ello es solamente posible si se basa en sensibilidad. Sensibilidad a las sensaciones en los músculos y articulaciones. Este es el único modo del que podemos realmente volvernos más conscientes de lo que somos a través de la práctica de posturas de yoga. Hemos ser capaces de sentir claramente el impacto de lo que estamos haciendo con y en nuestros cuerpos. Esto no es posible si estamos siendo agresivos o ambiciosos. Una práctica de yoga segura y eficaz está basada en nuestra habilidad de escuchar a nuestro cuerpo hablarnos a través de las sensaciones.

Las sensaciones de los músculos y las articulaciones son la base indispensable para abrir e integrar el cuerpo, que no puede hacerse cuando el cuerpo está asimilando nuevos patrones estructurales, ni cuando está bajo presión o reto. Debe hacerse en la seguridad de la sencillez, y a través de movimiento, porque el diseño humano es de y para el movimiento. No eres una piedra o un árbol, sino la forma más móvil que la vida ha desarrollado. Una forma que tiene, de hecho, diez articulaciones mayores que necesitan ser sensibilizadas: muñecas, tobillos, codos, rodillas, hombros, caderas, ingles, sacroilíacas, espalda baja y cuello.

Mientras el cuerpo aprende nuevos patrones de acción, los músculos, nervios y tejido conjuntivo se acomodan a las nuevas relaciones. Esto ocurre más eficazmente en movimiento; la quietud es más probable que genere tensión, inestabilidad, dureza y forcejeo. Algunos grupos de movimientos pueden ser usados para sensibilizar todas estas articulaciones. Al mismo tiempo, los mismos movimientos despiertan, desarrollan, fortalecen e integran los músculos que abren y cierran estas articulaciones. Una vez que el cuerpo ha sido sensibilizado, despertado e integrado, puede abrirse con seguridad a su pleno potencial.

Cuando una parte del cuerpo, ya sea músculo o articulación, se encuentra bajo presión o coacción, genera señales o sensaciones. Cuando se encuentra cómoda se vuelve silenciosa y su presencia es difícil de notar. Esto quiere decir que si es fácil sentir alguna parte del cuerpo es que no está a gusto. Cuanto más intensa la sensación, más probable es que esté sufriendo daño, por sutil que sea. En yoga, por tanto, no buscamos solo silencio o tranquilidad de la mente, sino del cuerpo también. No profundizamos en las posturas por medio de incrementar la intensidad de las sensaciones que producen. Intensificamos una postura profundizando en el silencio del cuerpo y de la mente.

El movimiento puede sensibilizar todas las articulaciones si tenemos la voluntad de volvernos capaces de sentir las sensaciones sutiles. Esto es especialmente cierto en la espalda baja. Cualquier sensación evidente, clara, en la espalda baja indica presión. Incluso si es sutil, si esta presión está continuamente ocurriendo producirá dureza y rigidez, y finalmente algo peor. Intimar en la sutileza de las sensaciones expresadas por una espada baja que esté cómoda y a gusto es indispensable para la práctica de posturas avanzadas. Ser íntimos con todas nuestras articulaciones es la única manera de volverse íntimo con todos los músculos.

Para ser sensibles a las articulaciones, necesitamos ser sensibles y conscientes de las relaciones entre las partes del cuerpo. Las relaciones entre las manos y los hombros, por ejemplo, es la clave para la libertad del cuello, de la caja torácica, y una de las claves para el estado de la espalda baja. Cuando practicamos ullola, el cuerpo producirá sensaciones en los músculos que están siendo usados y las articulaciones a las que están afectando. Todo lo que necesitamos hacer es sentir estas sensaciones tan profunda, directa y claramente como sea posible mientras confiamos en la sabiduría intrínseca del cuerpo para ajustarse a sí mismo. Nos comprometemos a ser sensibles más que a alcanzar ningún otro objetivo. Así, el cuerpo puede cuidarse así mismo por medio de la integridad celular que le llevó 3.000 millones de años desarrollar. Una integridad que jamás podemos mejorar con nuestras mentes, no importa cuánto conocimiento de anatomía pudieran haber acumulado.

Godfrey Devereux y José Luis Cabezas
Fotos: joselkam

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