Por un yoga científico

2013-10-01

Ahora que circulan tantas «anatomías del yoga» como libros de yoga terapéutico, y que con frecuencia en las clases o centros de yoga se dan explicaciones médicas, fisiológicas o biológicas, conviene dilucidar si el yoga es o puede ser un conocimiento científico. Por Joaquín G. Weil.

Darsham (Foto: Jorge Zapata), Museo del Patrimonio Municipal de Málaga, 17 de mayo de 2012, de izquierda a derecha: El monje zen Fco. Benítez, la bailarina Marienma Ramos, Victoriano Moreno -realizando una asana yóguica-, Be Pryce y Alain Wolter)

Darsham (Foto: Jorge Zapata), Museo del Patrimonio Municipal de Málaga, 17 de mayo de 2012, de izquierda a derecha: El monje zen Fco. Benítez, la bailarina Marienma Ramos, Victoriano Moreno -realizando una asana yóguica-, Be Pryce y Alain Wolter)

Cuando hace aproximadamente un año y medio celebramos el coloquio Meditadores ante la (así llamada) Crisis, que tan buen eco tuvo en los medios de comunicación, varios participantes hablaron de los probados beneficios del yoga y la meditación para la salud física y mental. Ahí se levantó el singular fotógrafo Victoriano Moreno para decir que le parecía bien que los científicos vinieran a corroborar aquello, pero mismo aunque fuera de otro modo, él practicaría yoga y meditación porque dentro de sí percibía que se trata de hábitos saludables y beneficiosos.

En un estudio pretendidamente científico, leí que la práctica del yoga no podía adelgazar más que otros ejercicios porque quemaba menos calorías. Este estudio lo traigo como ejemplo pues presentaba todos los defectos posibles para algo que quiera llamarse «científico», por más que adopte los ritos y los disfraces para alcanzar ese hoy preciado marchamo. No se remitía a los hechos, sino que era deductivo, el número de sujetos de la estadística era insuficiente y, en suma, los investigadores obtenían como resultado del estudio lo que previamente tenían en la cabeza.

Luego leí otra indagación algo más seria sobre el mismo asunto, en la que se establecía que la práctica del yoga, en efecto ayuda a controlar la obesidad, pero que no se sabía cómo, pues no quemaba suficientes calorías.

Escribí sobre estos estudios en nuestro blog en un artículo titulado ¿Ayuda el yoga a controlar al obesidad? Como puede suponerse, la entrada recibió miles de visitas, por cierto, más por el lado de la obesidad que por el lado del yoga o de las investigaciones científicas.

Beneficios «intersubjetivos»

Muchos practicantes de yoga, habiendo experimentado en sí los numerosos beneficios de esta sabiduría milenaria, se preguntan cómo es que la ciencia no acuda con más frecuencia a corroborarlos.

Ya algunos historiadores y filósofos de la ciencia han señalado que son los criterios políticos, comerciales y financieros (aparte de los preconceptos) los que determinan, en gran medida, los intereses y objetivos de la ciencia.

En uno de sus muchos discursos o escritos, el célebre maestro B.K.S. Iyengar, haciendo gala de su bien informada perspicacia, señalaba que sus afirmaciones no son «objetivas» sino «intersubjetivas». Lo cual es técnicamente correcto. Los beneficios del yoga los experimentan no los «objetos» sino los «sujetos», aunque puedan ser experimentados por muchos o la mayoría de los sujetos, con lo que sería un fenómeno «universal», o sea, válido para todos, esto no lo hace «objetivos», sino propiamente «intersubjetivos».

B.K.S. Iyengar tuvo, por otra parte, el acierto estratégico de reconocer su lugar a la «ciencia» y hacer sus enseñanzas de yoga compatibles o asimilables con esta forma de pensamiento occidental, particularmente con la ciencia médica. Desde entonces para acá, han surgido numerosos libros que pretenden compaginar la medicina con el yoga, anatomías del yoga, etc. Y han quedado luego un tanto arrinconados los aspectos tradicionales del yoga que, por portentosos o metafóricos, no encajaban en estos nuevos moldes.

De toda esta andanada de libros «yóguico-científicos» el que con diferencia considero más interesante es un pequeño tratado escrito por la Dra. Sulochana D. Telang titulado Understanding Yoga Through Body Knowledge (Comprender el yoga a través del conocimiento del cuerpo). Y me parece interesante además porque incorpora precisamente algunos conceptos tradicionales del yoga que otros libros ignoran.

Por otra parte, los estudios anatómicos del yoga me parecen asentados sobre una importante escollo, que podríamos llamar etimológico, y es que la anatomía es un estudio o disección (que es lo que significa la palabra en griego) de los cuerpos muertos, mientras que el yoga es una indagación de la energía en los cuerpos vivos. Las ilustraciones que acompañan a estos tratados son esos desollados o esqueletos o radiografías practicando yoga. Por cierto que el forense en su mesa de disección jamás encontrará ningún nadi, ni ningún chacra. Se trata de canales o centros de energía, de los que los cadáveres, por definición, carecen.

Dicho todo esto, sí, considero beneficiosos los posibles estudios científicos, esto es, hoy en día estadísticos, de los beneficios del yoga. Y animo a las personas en cuya mano esté emprenderlos y que puedan leer estas líneas. Será una fuente de éxitos.

Joaquin Garcia Weil (Foto: Vito Ruiz)Quién es

Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.

http://yogasala.blogspot.com