Vivir despierto

2013-06-24

La función de manas, la mente, es proyectarse hacia el mundo exterior para captar información y remitirla a buddhi, el intelecto. El problema radica cuando la consciencia queda identificada con aquello que percibe a través de ahamkara, el ego. Escribe Emilio J. Gómez.

Meditar Playa

La posible solución podría pasar por permanecer en el vacío, no aferrarse a nada, carecer de apegos… Quizás quien de forma más poética ha definido este tema fue Jesús de Nazaret cuando dijo: “El hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza”. (Mateo 8, 20).

Estar en la búsqueda espiritual implica morar en un estado de alerta tal que impida caer dormido en la ensoñación. En tal asunto no está permitido el sueño. No obstante, el estado habitual del ser humano es transitar a través de su existencia sumido en un profundo sueño.

Descubrir el sueño

¿Cómo descubrir el sueño en los demás y, sobre todo, en uno mismo? Es sencillo; basta con detectar el nivel de obsesión en que se vive. El estado de obsesión siempre es directamente proporcional al nivel de ensoñación.

A través de la obsesión resulta fácil detectar el sueño en los demás y, sin embargo, muy difícil en uno mismo, ya que con el hábito y la costumbre los niveles de obsesión con uno o varios temas ha llegado a convertirse en una forma de vida.

Por añadidura, se vive en un sistema social en el que cada uno sus elementos cuida y alimenta el sueño de los demás. Es natural que así sea, pues el despertar de unos puede provocar el despertar de otros, y eso deviene incómodo, pues impide el sueño de los demás.

Diferentes sueños

Es manas, la mente, la que al proyectarse en el mundo exterior conecta con los objetos, personas, situaciones y circunstancias, pero será ahankara, el ego, quien queda sometido a través de la identificación al profundo sufrimiento que la obsesión le proporciona.

Así, por delante de chidakhasa, la pantalla mental, desfilan todos los sueños y ensoñaciones: el dinero, el sexo, la comida, el poder, la pareja, los hijos, la familia, la salud y la enfermedad, la espiritualidad, los estudios, la casa, el coche, el trabajo, el deporte, las noticias…

Como es posible apreciar, las ramas en las que extraviarse en la obsesión son muchas y variadas, tantas como seres humanos. Nunca es posible saber ni sospechar sobre qué clase de objeto va a quedarse enganchada la mente, de ahí la necesidad de vivir alerta y despierto.

Un sueño original

De entre todos los sueños, quizás el más original sea aquel en el que se trata de despertar del mismo, porque viene a ocurrir que cuanto más empeño se pone a la hora de conseguirlo más profundamente dormido se está.

En tal ensoñación se leen libros, se hacen prácticas espirituales, se realizan rituales, cantos devocionales, etc. Actividades todas ellas que tan solo logran sumergir más y más al practicante en la sensación ilusoria de que se está consiguiendo algo, cuando en realidad lo único que se obtiene es profundizar más y más en la ensoñación del despertar.

Ahora bien, despertar del sueño es posible. ¿Cómo saber que se va en la dirección adecuada? Porque ha desaparecido toda obsesión por conseguirlo. De este modo, el practicante queda libre y liberado de las prácticas para el despertar –aunque las continúe haciendo– y también de la espiritualidad misma.

La paradoja

Se sabe que se está dormido por el nivel de obsesión que se tiene con un determinado tema del que no se es capaz de apartar el pensamiento, llegando a disipar cantidades ingentes de energía, lo cual puede llegar a impedir una relación sana y armónica con los demás.

No obstante, existe una gran paradoja, y es que resulta preciso continuar realizando actividades en el mundo. Es necesario e inevitable continuar expresando al Absoluto a través de nuestros actos y vivencias. Desde luego que sí, pero evitando la identificación a través de viveka, el discernimiento.

¿Cómo vivir el milagro de permanecer despierto y sin identificación, desapegado de todas las impresiones que captan la atención? La fórmula es bien sencilla, y nos la ofreció Sri Nisargadatta Maharaj cuando en una de sus entrevistas respondió: “Sea apasionadamente desapasionado”.

Quién es

Emilio J. Gómez, profesor de yoga de la escuela de yoga Silencio Interior.

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