Parar la mente / y 2

2013-05-13

La tradición del yoga reconoce los términos Saguna y Nirguna. Saguna es, en relación a la práctica de la meditación, un soporte para la atención: un mantra, la respiración, un mandala o yantra, una imagen o símbolo, visualizar un punto, etc. Nirguna, la práctica donde la mente carece de soporte alguno, llevándola a conceptos más etéreos o abstractos como pueden ser el vacío, el Ser, lo Absoluto, el Atman, Brahma, Dios… Escribe Emilio J. Gómez.

LABERINTO DE CHARTRES

La práctica de Saguna (con soporte) resulta más fácil y accesible al meditador novel, pues la mente queda estabilizada sobre un soporte definido, evitando de este modo la dispersión de la energía mental, al tiempo que es un medio excelente donde comenzar a desarrollar la atención para convertirla en concentración.

Por otro lado, llevar a cabo prácticas de Nirguna (sin soporte) requiere un cierto grado de concentración, así como haber realizado un trabajo previo de purificación de la mente, ya que se corre el riesgo de sumergirse en algún tipo de especulación filosófica-espiritual, o bien tener visiones psíquicas, o incluso entrar en un estado de laya, inconsciencia y adormecimiento.

Por este motivo, en los comienzos de la práctica de la meditación se sugiere el uso de Saguna, y más adelante, cuando el practicante se encuentre más avezado en el mundo interior, pasar a Nirguna. Algo hermoso a destacar es que el paso de Saguna a Nirguna sobreviene de un modo natural, en la mayor parte de los casos como fruto de una experiencia más que como una decisión personal.

Trascender la atención

Sin embargo, es preciso ir más allá y trascender el punto de las técnicas, porque ocurre que para mantener el hilo de la atención de forma continuada ha de haber alguien que se dé cuenta de lo que sucede. Esa toma de consciencia, ese darse cuenta es lo que en realidad importa en meditación, no lo que sucede ni el objeto de la atención.

Yendo más allá, podríamos añadir que más importante incluso que el estado de consciencia, propio del darse cuenta, es estar consciente de aquello que permite el darse cuenta. Desde luego, esta percepción conecta directamente con el Bhakti yoga, el yoga de la devoción.

Conviene recordar la profunda interconexión que todos los yogas tienen entre sí, así como que su elección es consecuencia del carácter del practicante, pero también del nivel de evolución que el practicante ha obtenido gracias al proceso de su sadhana, práctica espiritual.

Despertar del sueño

Despertar del sueño es tornarse consciente de sí mismo, algo que nada tiene que ver con estar atento o quieto por mucho tiempo. Un ladrón que trata de abrir una caja fuerte puede mantener un alto nivel de atención, un salteador de caminos puede permanecer en quietud durante horas mientras espera escondido a su víctima, y por ello ¿van a convertirse en seres realizados?

Ser consciente de uno mismo siempre y en todo lugar, ocurra lo que ocurra, suceda lo que suceda. Despertar y desarrollar la consciencia es lo realmente importante, porque la consciencia es el puente hacia el Infinito. Estará la mente en calma o no, habrá sonidos o silencio, oscuridad o luz. Lo único relevante es estar presente a través de la consciencia de ser.

Por todo ello, en efecto, es conveniente utilizar las técnicas de focalización de la atención y del Pratyahara, el aislamiento sensorial, pero siempre manteniéndose bien alerta para no extraviarse en ellas. Las técnicas son como el juguete que una madre entrega a un niño para que se entretenga, pero que en cuanto éste crezca deberá de abandonar por su propio bien.

Empleemos las técnicas como un medio, pero nunca como un fin, pues de este modo las técnicas pueden llegar a convertirse en un laberinto en el que la mente gustará de entrar y con ello correr el riesgo de extraviarse y olvidarse del objetivo principal del yoga: el despertar de la consciencia.

Anexo: Todas las tradiciones advierten del riesgo de extraviarse en los laberintos que pueden distraer y hacer olvidar el auténtico motivo por el que se inician sus prácticas. Por ejemplo, en la tradición cristiana -que es la más próxima a nuestra cultura-, podemos observar en la Catedral de Chartres (Francia) un laberinto que hay sobre el suelo de la entrada. La mente queda fascinada ante el reto de su solución, pero mientras esto sucede, el visitante pierde la oportunidad de disfrutar del espectáculo de contemplar la luz descendiendo vaporosa a través de las vidrieras.

Quién es

Emilio J. Gómez, profesor de yoga de la escuela de yoga Silencio Interior.

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